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‘Lo que de verdad importa' es la pasión, la sonrisa y la solidaridad

palma congreso lo que la verdad importa foto miquel a cañellas | miquel a. cañellas

| Palma |

Encontrarse a uno mismo en los demás; preguntarte si lo que quieres hacer, lo harás con pasión o convertir la sonrisa en un arma infalible.

Son tres formas de enfrentarse a la vida aparcando los miedos. Son las tres historias de superación que marcaron la novena edición de 'Lo que de verdad importa', un congreso que sigue reuniendo en Palma a más de mil personas para hablar, con nombres y apellidos, de lo que en realidad importa.

La masai blanca

A María Ángeles Carpio le importan las personas. Su historia es la de una mujer que tomó las riendas de su vida porque no le gustaba cómo la había proyectado y tuvo el valor de cambiarla. «Durante una escalada al Kilimanjaro hubo un cambio, hice un clic». Supo que ése era su destino: quedarse en Tanzania y ayudar a los demás.

«Llegué sola con mi ilusión y lo pasé mal. Me engañaron y me robaron», explicó sobre las ong que trabajan en el territorio. Aunque barajó la idea de tirar la toalla terminó creando la Fundación Carpio Pérez, «una organización pequeña que trabaja con las viudas del territorio masai en Tanzania». «Las ayudamos, las juntamos en cooperativas y les dimos voz, voto y bienes». A día de hoy ya existen tres grupos de viudas y aunque «no es la solución a su vida, ya es un principio». Además, fundó un colegio donde imparten clases desde la igualdad. «Siempre he pensado que tenemos el deber moral de devolverle al mundo algo de lo que nos ha dado», explicó Carpio.

El ‘runner'

A Jaime Garrastazu le importa la pasión en el trabajo porque «no hay siete días a la semana para sufrir cinco y vivir dos». Fue el segundo ponente de la jornada y uno de los cuatro amigos que lanzaron al mercado la marca de zapatillas Pompeii sin que ninguno de ellos tuviera a menor idea de cómo hacerlo. Dibujaron su idea con pinturas Alpino en un Din-A 4 y no cejaron hasta materializarla. «Querer hacer las cosas bien, sin experiencia, no tiene sentido. Nuestra única virtud en todo el proceso fue correr hasta que alguien nos puso la zapatilla que nos gustaba sobre la mesa».

El sudor y la perseverancia fueron constantes en esta carrera de inicios destartalados. Pompeii nació en los pop ups de Madrid y sobrevivió gracias a la imaginación de cuatro emprendedores sin medios económicos. En una época de sobreinformación se jugó a desinformar en las redes sociales colgando fotos en las que ni siquiera se veían bien las zapatillas. El efecto fue generar el interés del público y consiguieron lo que grandes gurús del márketing anhelan a diario: que el interés parta del cliente. Ya han abierto cuatro tiendas con su marca.

La sirena

Para Lary León lo que de verdad le importa es no perder la sonrisa. Nació sin dos brazos y una pierna pero llena de vida. «Esperaban a un futbolista y salió una sirena», por eso la historia de su vida ha sido la de una superación. Sin embargo, fue más de cara a los demás que dentro de su propia familia que la crió en un ambiente de «absoluta normalidad».

Su arma en la vida ha sido la sonrisa. «Siempre creí que cada uno de nosotros tenía una misión en la vida, la mía era sonreir», dijo. Con este gesto es capaz de alegrar el día de la gente. «Cuando sonreía a los que me miraban e invadían mi espacio por la calle, de repente se relajaban», explicó. Y es que Lary León se confiesa experta en darle la vuelta a la tortilla. «En vez de quedarme parada en clase les decía a todos que escribía con el pie y al final la clase entera terminó intentándolo», relató mientras proyectó un vídeo biográfico con la banda sonora de Amélie. «Al final lo que cuenta es la actitud».

León recordó que se puede nacer diferente a la mayoría. «Estamos acostumbrados a hacer las cosas de la misma manera cuando hay mil formas de hacerlas», e incidió en que «todos tenemos capacidades y discapacidades aunque a unos se nos note más».

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