«Ninguna medalla vale más que la salud y la integridad de una persona», rezaba la diapositiva con la que la gimnasta olímpica Gloria Viseras inició este jueves una charla sobre los abusos sexuales en el mundo del deporte en una jornada organizada por RANA y el Ajuntament de Palma.
Viseras fue campeona de España en gimnasia artística el mismo año en que participó en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980. Tenía 15 años. Había cumplido su sueño pues de pequeña «quería volar, ser olímpica», pero para cuando lo consiguió ya no se consideraba una campeona «sino una niña sucia porque le dejaba hacer esas cosas», dijo refiriéndose a su entrenador.
Gloria Viseras fue una niña prodigio en el deporte y una víctima de violencia sexual por parte de Jesús Carballo quien abusó de ella en incontables ocasiones desde los 12 a los 15 años.
Viseras se convirtió en activista a partir del 2012, más de 30 años después y tras «darle la vuelta a una experiencia devastadora». Era la forma de poder ayudar a otros niños a «que no sufran lo que yo sufrí durante prácticamente toda mi vida», dijo antes de relatar su experiencia.
«No puedo recordar la fecha en la que mi entrenador empezó a manosearme los pechos, introducirme sus dedos o me penetró». Viseras asegura que no hay un día concretó sino «un proceso lento y largo». «Me eligió por mi talento y por mi personalidad», dijo convencida, pues «era una niña feliz, disciplinada…».
El entrenador Jesús Carballo comenzó con juegos de seducción entre las gimnastas a su cargo. «Todas queríamos que nos eligiera, de hecho hablábamos de ser la elegida o la apestada». Con el tiempo comenzaron «las cosas raras», las separaba de los chicos, las castigaba con cargas de condición física… Y después llegaron las humillaciones delante de los compañeros. «Me sentía absolutamente sometida y silenciada. Controlaba incluso la música que escuchaba. Él era una persona admirada y venerada, ¿quién me iba a creer a mí? No supe pedir ayuda», confesó Viseras.
Muchos de los abusos sucedían en una sala verde, con ventanas al fondo, en las que se veían los pies de las personas al pasar. «Dejaba de respirar, me concentraba en los zapatos de la gente y rezaba para que alguien se parase y lo viera. O no. Tampoco quería que descubrieran que no era una campeona», relató. «Mi cuerpo estaba allí pero imaginaba música en mi cabeza. Yo bailaba con Carmen».
Con sólo 12 años, Gloria Viseras estaba convencida de que era una niña «fea, gorda, una putita». Se convirtió en «un robot» que vivía el día a día queriendo olvidar lo que le estaba pasando. «Mi familia se preocupaba pero era más fácil responderles diciendo que estaba cansada». Cuando su padre la sacó de la academia para no volver, pensó que al fin podría ser una niña normal pero después llegaron los problemas de adaptación y los desórdenes alimenticios.
Tras unos años estudiando fuera, Viseras volvió a vivir a España. Varias compañeras de aquella época se contactaron para presentar una denuncia conjunta contra Jesús Carballo que en 2012 era el seleccionador nacional de gimnasia artística. «Nos dimos cuenta de que no fuimos las únicas, sino las primeras».
Sus crímenes habían prescrito pero tras un informe policial que confirmaba la veracidad de los hechos el Consejo Superior de Deportes prohibió la entrada de Carballo a las federaciones. Un año después, la Federación de Gimnasia le despidió con una indemnización de 140.000 euros. En esa lucha judicial fundaron Oro, Plata y Bronce, una ONG para proteger al deportista.
Prevención del abuso
El colegio, el deporte o el turismo son tres ámbitos especialmente indicados para realizar actuaciones de prevención del abuso sexual a menores. La Fundación RANA y el Ajuntament de Palma celebraron una jornada en el Centre Flassaders poniendo el foco en estos tres ámbitos, pues «el abuso sexual es un abuso de poder y hay que enseñar a los niños a empoderarse, deben saber que pueden decir que no», explicó Beatriz Benavente psicóloga de la ONG.