Nadie está preparado para la muerte de un bebé, «ni los pacientes, ni los profesionales», añade la doctora Rosa Ruíz de Gopegui, ginecóloga del hospital Son Espases, donde este martes se realizó la primera jornada multidisciplinaria de atención y acompañamiento en la muerte perinatal.
Y es que la pérdida de un hijo durante la gestación avanzada o al poco tiempo de nacer no es un hecho habitual pero sucede. Desde 2009 hasta 2018 (en un período de 10 años) se han producido sólo en el hospital de referencia 246 muertes perinatales, de las cuales 119 han sido intrauterinas y 127 neonatales.
«No hay ningún factor determinante pero puede estar relacionado con los embarazos múltiples, la edad materna, el parto prematuro... Influyen muchas cosas», explica la doctora Carmen Simón.
De los 246 casos de muertes perinatales hay que añadir las interrupciones legales del embarazo por causa médica, ya sea por una enfermedad materna grave, malformación fetal o una alteración cromosómica, que en estos diez años han sido 468.
Las perinatales son las muertes que ocurren dentro del útero con fetos que pesan 500 gramos o más, o a partir de las 22 semanas de gestación; la muerte de prematuros antes de cumplir 7 días y los bebés fallecidos antes de los 28 días.
«En estos casos los profesionales intentamos ayudar a la familia de la mejor manera pero nos falta apoyo en la parte psicológica y psiquiátrica, sobre todo en el duelo posterior porque a nivel sanitario no hay infraestructura», explica De Gopegui.
Son Espases ha elaborado tres protocolos para el duelo, los abortos en el segundo trimestre y una actualización en muertes fetales. Ante una familia en duelo, se señala su habitación con una pegatina para que los profesionales lo tengan en cuenta.