El Consell de Mallorca considera que una de las maneras de combatir los excesos con el alcohol es formando a los que se encargan de servirlo. Así, 185 camareros –tanto profesionales como ocasionales– han realizado y superado el curso de dispensación responsable de bebidas alcohólicas que ha ofrecido el IMAS (Institut Mallorquí d'Afers Socials) este verano y del que ya se han realizado dos ediciones. En septiembre se ofrecerá otra.
El curso está dirigido a todos los profesionales que trabajan en algún lugar en que se sirvan bebidas alcohólicas, pero especialmente a los que los que atienden en las barras de las fiestas de pueblo. Estas barras son a menudo explotadas por colectivos juveniles o asociaciones locales (los quintos, entidades deportivas, etcétera) sin conocimiento alguno sobre el consumo de alcohol. En muchos casos, el mismo personal consume y sirve.
Desde el IMAS recuerdan que la normativa prescribe que los titulares de las barras de fiestas deben justificar su participación en un curso sobre dispensación de bebidas y acreditar que la mitad del personal cuenta con esta formación. Para superar el curso debe realizarse una formación teórica y acudir a una sesión presencial.
Servicio responsable
El Consell ha editado un cartel con normas y recomendaciones para exhibirlos en las barras cuyo personal ha superado el curso. El cartel recuerda que no se servirá alcohol a menores y que se pedirá el DNI en caso de duda, que se busca evitar los problemas derivadas del consumo excesivo y que «por lo tanto, no serviremos más alcohol a quién manifieste síntomas de embriaguez, que el personal trabaja sin consumir y que «se puede alternar el consumo de bebidas con y sin alcohol».
Fernando Tauroni, propietario de un local en Sóller y camarero ocasional en barras de fiestas populares, valora positivamente el curso, que ha superado. «Te enseñan a servir alcohol con responsabilidad en las fiestas y a poner límites. Te orientan sobre las cantidades máximas y te enseñan a lidiar con los borrachos. A veces hay que decir basta y recomendar otra bebida», señala. «En resumen, hemos aprendido a estar más pendientes de ayudar que de vender alcohol».