La primera planta incineradora que se construyó en Mallorca y que en su día levantó el rechazo general de los sectores ecologistas tiene una corta vida por delante. El Consell de Mallorca prevé el cierre de esta instalación en la nueva planificación de residuos que se aprobará en un pleno extraordinario el día 26 de este mes. La planta tiene dos líneas de incineración (dos hornos), que entraron en funcionamiento en marzo de 1997 y que pueden tratar 300.000 toneladas.
Desde 2011 funciona además una nueva planta, con capacidad para tratar un total de 430.000 toneladas. Esta nueva planta tenía que ser una ampliación de la anterior, pero terminó siendo un edificio diferente que aprovechó la chimenea de la planta inicial, por lo que la salida de humos deberá seguir en funcionamiento.
Materia orgánica
El plan no da una fecha definitiva para el cierre de esta planta ya que la supresión de estas líneas está vinculada a la progresiva reducción en la producción de residuos o al progresivo aumento en la separación de residuos: cuanto más papel, vidrio, envases y materia orgánica se recoja, menos basura terminará en la planta incineradora. Por esta razón, una de las apuestas del plan pasa por fomentar la reducción en la producción de basura y el aumento en la recogida selectiva.
Para conseguir este fin, es imprescindible que el Ajuntament de Palma se sume ya a la recogida orgánica y despliegue por la ciudad los contenedores marrones. Está previsto que eso suceda esta año, por lo que el plan de residuos prevé la construcción de una nueva planta de compostaje que dé salida a toda la materia orgánica de Palma. Los estudios apuntan a que el 35 por ciento de los desechos que se depositan en un cubo doméstico de basura es materia orgánica.
La otra gran instalación que prevé el plan es una planta de limpieza de envases. El plan reserva suelo para la construcción de esta planta, que está vinculada a otra de las grandes novedades en la gestión de residuos: la puesta en marcha de máquinas para que los ciudadanos devuelvan las botellas de plástico y, a cambio, reciban dinero.
Esta novedad viene determinada por la nueva Ley de Residuos aprobada por el Parlament, que establece que, si en dos años no se ha alcanzado el objetivo de reciclar el 50 por ciento de los envases, se pondrá en marcha este plan con una prueba piloto en una de las Islas que previsiblemente será Formentera.