Ninguno de los profesores, arquitectos o expertos que apoya la conservación del monumento de sa Fexina se libra de las descalificaciones que figuran en el informe que este martes remitió al Consell el concejal de Cultura, Patrimoni, Memòria Històrica i Política Lingüística del Ajuntament de Palma, Llorenç Carrió, y que firma el arquitecto y catedrático de Història de l'Art i l'Arquitectura de la Universitat Politècnica de Catalunya, Josep Quetglas Riusech. Este es uno de los tres informes –además de la UIB y el Institut d'Estudis Baleàrics– que reclama la Comissió de Patrimoni del Consell para tomar una decisión sobre el futuro del monumento. Quetglas niega cualquier valor artístico, patrimonial o cultural al monumento: «Es el monumento de Mallorca a los Héroes del Baleares, aunque hayan quitado una parte de las esculturas y unas letras».
El profesor de la UPC arremete con dureza contra los autores de distintos estudios y comentarios favorables a la conservación de sa Feixina, tildando al quitecto Lluís Moranta de no saber identificar el estilo art decó, descalifica el informe de la presidenta del comité español del ICOMOS (vinculado a la Unesco), Begoña Bernal, de la que asegura «no ha puesto los pies en sa Feixina ni sabe lo que es un monolito». De la vocal de ARCA y profesora de Diseño, Blanca Castaldo, el autor del informe encargado por Cort no duda en considerarla «inculta» por su trabajo y autora de afirmaciones delirantes por considerar a Francesc Roca «el arquitecto mallorquín más importante hasta hoy». De los arquitectos Carlos García-Delgado, Pere Nicolau y Pere Rabassa –desfavorables al derribo del monumento–, el autor del informe externo de Cort considera que este punto de vista se justifica en el hecho de que «todo profesional en arquitectura tiene hoy una situación difícil, que hemos de comprender y disculpar. Como profesional liberal sabe que su opinión puede hacerle recibir o perder encargos».
Josep Quetglas propone que la demolición de sa Feixina se convierta en un espectáculo artístico que podría encargarse a Bill Viola o Alexander Kruge «y nos colocaría en los circuitos artísticos». Para él su derribo equipararía a Palma con París y el derribo de la Bastilla.