El PP Balear era este martes un mar de comentarios en torno a los mensajes lanzados por el exdiputado Juan Carlos Grau contra José Ramón Bauzá. Muchos lo consideraban «un reflejo» de lo que está pasando en este partido de cara al congreso de marzo. Grau, inquero de nacimiento y menorquín de adopción, no se anda con chiquitas. Joserra se fue a Ciutadella hace pocos días a celebrar un acto electoral de cara al proceso interno: Y Grau le responde con una andanada de Tweets que parecen las dos pistolas de un western de alto voltaje.
Le dice a Bauzá: «Éxito de convocatoria en Ciutadella. 15 asistentes de 300 afiliados. Campeón». Sólo le falta escupirle en la cara.
Como se sabe, Grau es conocido porque cuando se cabrea no tiene pelos en la lengua. Y está claro que José Ramón le saca de quicio. Otro Tweet: «Invita a todos los que has insultado, engañado, mentido, despreciado....seguro que llenas!!» Grau también se pregunta por «el resto de amigos del PP de Ciutadella a los que no has invitado. ¿Miedo? ¡Qué cara!. Estos mensajes han corrido de boca en boca y de pantalla en pantalla por todo el PP. Una cosa es que mucha gente dé la espalda a Bauzá y otra diferente que le muerdan por la redes y una muchedumbre se ponga a aplaudir.
Es la consecuencia, el patético resultado de la cantidad incontable de heridas que dejó abiertas cuando fue president entre sus propios compañeros.
Bauzá no perdió 15 diputados en las pasadas autonómicas sólo porque encendiese y revolucionase a la izquierda con sus obsesiones trilingüistas. La derrota fue tan sonada porque despreció a los suyos. Muchos no movieron un dedo por él cuando llegaron las urnas de la primavera del 2015. Y ahora que intenta recuperar el poder recoge lo sembrado. Prácticamente nadie de los que conformaron su Govern le medio apoya. Nadie. Ni siquiera las personas que fueron de su máxima confianza en el Consolat están a su lado, Todo lo contrario, le desprecian.
También su propio vicepresidente, Antonio Gómez, que tuvo que asumir en primera persona y ejercer de verdugo en algunas de sus purgas más sonadas (Rotger, Cifre...) ha quedado ahora en tierra de nadie dentro del Grupo Parlamentario Popular.
Pero a medida que se acerca el congreso, los desprecios han pasado a un segundo plano. Ahora se imponen las embestidas de una virulencia incontenible. Grau es un claro ejemplo de ello. La primera regla de la política es que nadie olvida las humillaciones. Esa es la más terrible y pesada mochila de Bauzá: trató a los suyos como a pigmeos y ahora el paquidermo se ha quedado solo en el desierto.
Bauzá va cosechando desprecios. El último, el de Juan Carlos Grau
Joan Riera | Palma |