La flor y nata del PSIB cenó junta este martes por la noche en el carrer Barco de Inca, en la Llar dels Padrins. Francina tocó coronela y casi todos se presentaron. De menú había croquetas de pollo, frit de porc y helado de nata y chocolate. Eran unos 130. En cabeza una decidida Armengol acompañada por la secretaria general de Mallorca, Sílvia Cano y el alcalde de Inca, Virgilio Moreno. Allí estaban la práctica totalidad de los consellers socialistas del Govern y del Consell, altos cargos, alcaldes, concejales y militantes destacados. Y haciendo bueno el refrán de que la excepción confirma la regla, faltaba Pepe Hila, como siempre. La línea de batalla estaba formada. Antes de comenzar el ágape circularon por la Llar impresos exigiendo a la gestora del PSOE la celebración urgente de un congreso extraordinario, para que firmasen los últimos que aún no lo habían hecho, siguiendo la petición de miembros de las Juventudes Socialistas, que llevan el peso de la recogida. Como es lógico, los más altos cargos del PSIB no han firmado, pero sí las bases y los cuadros intermedios en tropel.
En el carrer Barco se respiraba ambiente pedrista, pero también se oteaba con mucha atención el nuevo horizonte socialista y se comenzaba a pensar en qué pasará la próxima semana, cuando doblen las campanas vencedoras de la abstención.
Hubo intervenciones contundentes que fueron aplaudidas por la ardorosa concurrencia. Francina, Sílvia y Virgilio defendieron el «no es no», recogiendo parabienes. Armengol acudirá al comité federal de este sábado, día 23, enhiesta y orgullosa como una bandera de combate desplegada, sabiendo que tiene detrás al grueso de su partido, Defenderá el «no» a la investidura de Rajoy hasta perder las amígdalas. Se trata de una fecha emblemática, henchida de memoria histórica. Se cumple el 76 aniversario de la entrevista de Franco y Hitler en Hendaya.
¿Pero qué pasará luego? En el PSIB ya se huelen que ganará la abstención, salvo milagro de Fátima o que a Fernández y Susana les entre el canguelo cuando vean las firmar de más de 70.000 militantes pedristas y 500 alcaldes socialistas exigiendo congreso extraordinario. No obstante,en el PSIB ya ven que ni eso frenará el empuje abstencionista. Fernández y Susana tienen el apoyo de todos los poderes fácticos celtibéricos desde Gata a Finisterre exigiéndoles que dejen gobernar a Rajoy. Los socialistas baleares ya se enfrentan a la posibilidad de la derrota y olisquean la manera de salir del trance.
¿Qué debemos hacer si el comité federal decide imponer la disciplina de voto y que todo el Grupo Parlamentario se abstenga? Esa era la pregunta que se hacían los corrillos socialistas en la Llar dels Padrins. ¿Qué deberán hacer nuestros dos diputados, comenzando por Pere Joan Pons, que se ha conjurado en que jamás votará a Rajoy? Además, ordene lo que ordene Susana, en el PSIB ya saben que el PSC votará en contra de Rajoy. Los catalanes serán fieles a su tradición histórica de plantarse y defender sus murallas contra viento y marea. Son así desde tiempos inmemoriales. «Debemos hacer nosotros lo mismo? ¿Debemos formar un frente común catalano-balear igual que en 1714 o buscamos nuestro propio camino? ¿Debemos defender el baluard de Santa Clara de Barcelona con nuestra Escola d'Artilleria igual que en la guerra de Sucesión o buscamos una salida propia?». Éste es su dilema.
Ante esta tesitura que se avecina, el PSIB esperará acontecimientos manteniendo la dignidad. No quieren mantener una posición tan radical como el PSC, que es un partido orgánicamente soberano del PSOE y tiene más recursos jurídicos para resistir, pero tampoco desean bajarse los pantalones ante la faraona de Sevilla de manera vergonzante. Buscarán un camino intermedio, tratando de mantener su «no», pero conscientes de que al final, «pero muy al final», tendrían que aceptar la disciplina de voto. «Ya veremos», se decía en el carrer Barco. Pero lo cierto es que la más que probable investidura de Rajoy el próximo 29 de octubre les huele muy mal a los socialistas baleares. Se cumple el 83 aniversario de la fundación en Madrid de Falange Española, génesis de lo que luego sería el partido único, el Movimiento Nacional, que no era, decían sus jerarcas, ni de derechas ni de izquierdas, sino todos unidos y fundidos en una unidad de destino en lo universal.