Las mil y una reuniones que han mantenido las formaciones de izquierdas han dado su fruto. Al menos formalmente, el nuevo Govern de Francina Armengol tiene todo el aspecto de poder asumir «el reto» de impulsar unas Balears que están saliendo de la crisis. Lo hacen desde una perspectiva muy clara: las hasta ahora consellerías económicas (Turisme, Indústria, Comerç) quedan reducidas a direcciones generales. Por encima se sitúa el contenido social del nuevo organigrama, con clara atención a las tareas de Innovació y Treball. Es un Govern todavía de crisis, de sociedad aún no normalizada, tan milimetrado en este aspecto que hasta recuerda a un fuerte y atornillado Govern de guerra.
Destaca el papel del lider de Més, Biel Barceló, que asume, entre otras tareas, Turisme e IB3. Aparentemente recuerda a aquellos Ministerios de Información y Turismo de los años 60, con Fraga Iribarne al frente. Sin embargo, su contenido «es muy diferente». Uno de los retos de Barceló es lograr una IB3 plural y abierta, reflejo de la sociedad actual y centrada en sus auténticos problemas desde una perspectiva de independendencia y profesionalización del ente. No lo tendrá sencillo porque haga lo que haga «recibirá banderillazos». Otro de sus cometidos polémicos será gestionar la implantación de la ecotasa con un PP enardecido en contra de este impuesto, igual como pasó el año 2002. Barceló ha reclamado para sí las responsabilidades más polémicas de este Govern, a las que hay que sumar la puesta en marcha del Palau de Congressos, otra cucharada de aceite de ricino de serias proporciones. Tres consellers del PSIB-PSOE aportan sosiego ténico, se trata de Cati Cladera (Hisenda), Patricia Gómez (Salut) y Iago Negueruela (Treball). Trabajarán para que sus departamentos funcionen «sin apelaciones al estrellato personal, que ya es mucho». Son gentes del día a día, del trabajo reflexivo y bien hecho, poco amantes de las estridencias. Francina Armengol ha ido con mucho cuidado a la hora de escogerles. «Quiere un Executiu sólido que no se le vaya de las manos».
En este sentido, adquiere «una gran importancia» la llegada del catedrático socialista Martí March a la Conselleria de Educació. Fueron los profesores y maestros los que se convirtieron en la pasada legislatura en la punta de lanza en la oposición al Govern Bauzá. Este colectivo ha sido clave en la derrota del PP. March llega para derogar el TIL y para «devolver la normalidad a las aulas tanto en sus demandas profesionales como en garantizar la tarea docente con el catalán como idioma vehicular».
Otro aspecto novedoso es la separación de Educació y Cultura. Las tareas culturales pasan a manos de la consellera ecosoberanista Margalida Capellà, esposa del líder de Els Verds Miquel Àngel Llauger. Capellà tendrá también a su cargo las tareas de Normalització Lingüística dentro del nuevo departamento de Participació, Transparencia y Cultura. Se trata de «un intento de acercar la administración autonómica a los ciudadanos». Hay expectación dentro del Pacte para ver cómo le sale este experimento a Capellà.
Otra persona muy apreciada dentro de Més es el técnico de Esporles Vicenç Vidal, que asume Medi Ambient. Suya es la responasbilidad en Agricultura y en protección del medio natural. Se da por seguro que desarrollará una gestión «muy atinada y seria».
Y en Benestar Social, «como no podía ser de otra manera», repite la veterana Josefina Santiago, «que ha anunciado su retirada de la primera línea política más veces que Antoñete, pero que al final hay que ir a buscarla porque no hay nadie mejor que ella en política social». Este departamento es fundamental para intentar paliar al máximo los brotes de marginación de los segmentos más desfavorecidos de la sociedad.
En cualquier caso, este Govern, tal y como está estructurado ahora, podría durar sólo unos meses si después de las elecciones generales Podemos pide entrar en los Ejecutivos autonómicos con mayoría de izquierdas. «Si eso llega a producirse sería señal, en principio, de que en Moncloa también gobernará una coalición de izquierdas».