El 'sopar benèfic' que esta noche tiene lugar en su sede de la calle Joan Miró, de Palma, no será para la Fundació Natzaret solo una cita en la que muchas personas colaboren al sostenimiento de su labor de acoger y educar a menores sin tutela familiar. Volverá a ser una llamada a las administraciones públicas para que la ley balear de acogimiento no acabe a los 18 años sino se prolongue a lo que hoy es la edad media de emancipación con garantía, bastante superior.
Este año, la Fundació Natzaret cumple noventa años de labor constante para lograr una vida y educación dignas a los niños y jóvenes que acoge, llegados desde las condiciones de la exclusión social. En julio de 2014 son cuarenta, entre los ocho y los dieciocho años.
«La cita del 'sopar benèfic' es siempre un momento emocionante con cientos de personas que nos ayudan desde el corazón para mantener nuestros proyectos», señala Guillem Cladera, director de la Fundació Natzaret, «porque como la sociedad en su conjunto nosotros también vivimos momentos muy complicados, con graves dificultades económicas, aunque aseguro que transmitimos a nuestros benefactores nuestro espíritu optimista de que el paso del tiempo reconducirá la situación y vendrán tiempos mejores».
Para Cladera, «nuestra preocupación desde hace años, y así se lo hemos hecho saber a las instituciones políticas de Balears, es que debería cambiarse la Ley de Protección del Menor para que los mayores de 18 años también puedan ser tutelados con todas las garantías, porque ahora la mayoría de edad no significa en absoluto la posibilidad digna de emancipación».
La Fundació Natzaret inició su camino en 1924, cuando los administradores de la herencia de Carme Rubert Sureda cumplieron la voluntad de dedicar su patrimonio físico y monetario para crear una institución de carácter benéfico en la finca de s'Hort de El Terreno. En 1946 Jaume Bosch Vanrell dejó en herencia su patrimonio en Nazaret, de modo que el rédito económico fue invertido en la manutención del máximo número de alumnos posibles. Y por último en 1987 Magdalena Frontera Ensenyat destinó parte de su herencia a la Fundació, completando así una vida de frecuentes donaciones económicas y dedicación personal a la entidad.
En el ámbito público, el Consell de Mallorca, a través del IMAS, es la entidad de cooperación constante con Natzaret.