La desconfianza se ha instalado en la sede del Parlament balear hasta el punto que ayer, por primera vez en la historia de esta institución, la Junta de Portavoces de los grupos (donde se debaten asuntos internos y se preparan las sesiones) se reunió con el dispositivo de grabación activado. Fue una propuesta del PSIB, a la que se sumó el PSM y que fue aceptada por el PP. Eso es consecuencia de las diferencias de criterio a la hora de informar sobre lo tratado.
La 'gota que colmó el vaso' fue la interpretación que se dio a la reprobación, a propuesta del PP, de la portavoz socialista, Francina Armengol. Según la oposición, el propio presidente de la Cámara, Pere Rotger, cuestionó el procedmiento. El PP dijo que no. El PSIB exigió las actas. No le gustó como se recogió.
Ahora, el diputado Diéguez (que además es vicepresidente del Parlament) va a solicitar una reunión específica por si hubiera que reprobar a alguien del PP. Desde el Parlament se quita hierro: «No pasa nada».
Pero el malestar es evidente. Mabel Cabrer aprovecha cualquier intervención para cuestionar a Armengol y decir que no es quien para dar lecciones. Los 'populares' insisten en mantener activo un caso que el propio gobierno municipal de Cort ha desactivado por no ver nada ilegal: la contratación, en época de Calvo, a una empresa de la pareja de la dirigente socialista.
Todos los partidos admitieron que hay «malos entendidos» y «diferentes interpretaciones». Pere Rotger reclamó hace unos días a todos los grupos «un poco de seny » y alertó sobre el clima de desafección hacia la clase política.