Jaume Matas ha afrontado tranquilo y con semblante serio el primer y maratoniano día de juicio por los pagos supuestamente fraudulentos al periodista que le elaboraba los discursos, Antonio Alemany, cuyo rostro sonriente contrastaba a su lado en el banquillo de los acusados.
La primera jornada de la vista que se celebra desde hoy en la Audiencia de Palma por una de las 26 piezas del caso Palma Arena ha resultado más larga de lo previsto y se ha prolongado durante la tarde para avanzar en la toma de declaraciones de los acusados.
Finalmente, los fiscales Anticorrupción y las defensas han interrogado a cuatro de los seis encausados, aunque la esperada declaración de Matas no se producirá hasta mañana, cuando comenzará compareciendo Alemany.
El día ha amanecido en la Audiencia con decenas de personas concentradas a sus puertas, que han recibido a Matas con abucheos y luego han conseguido que su voz llegara a la misma sala de vistas, donde se han oído consignas como la clásica del movimiento 15-M «no hay pan para tanto chorizo».
Un coche ha trasladado al exministro de José María Aznar hasta la Audiencia, del que ya ha salido serio, una actitud que ha mantenido dentro de la sala y solo se ha visto decaer en alguna charla informal en los pasillos del tribunal.
En el banquillo de los acusados, ha recibido el apoyo implícito de Alemany, sentado en todo momento a su lado en una actitud relajada y sonriente que chocaba con los gestos preocupados de Matas.
El que fuera durante muchos años columnista en periódicos de Palma ha hecho declaraciones a los periodistas a su vuelta de la comida e incluso ha tomado notas de las declaraciones de sus compañeros de banquillo, en un gesto fruto, quizá, de su deformación profesional como informador.
El juicio ha comenzado con una sorpresa, el cambio en el orden de declaraciones, que ha distendido los ánimos de los más de cien periodistas acreditados que esperaban impacientes las palabras del expresidente y que tendrán que aguardar a mañana para escribir los titulares más jugosos.
Durante la vista, los interrogatorios no han arrojado grandes novedades al caso pero han dejado traslucir lo que podría ser la tónica del caso Palma Arena: responsabilizar a un omnipresente Matas de las decisiones en el seno del Govern.
Así lo han hecho tres de sus personas de confianza en el Ejecutivo que presidió de 2003 a 2007, sus dos jefas de gabinete, María Umbert y Dulce Linares, y su jefe de prensa, Joan Martorell.
Todos ellos le han atribuido la idea de poner en marcha un concurso supuestamente fraudulento para encubrir los pagos a Alemany y Martorell ha llegado a reconocer su responsabilidad penal tras alcanzar, tal y como él mismo ha confesado, un pacto con la Fiscalía.
La presidenta del tribunal y los fiscales también han protagonizado alguna buena frase durante los interrogatorios.
«ÑOiga, que son 12.000 euros!», le ha espetado el fiscal Pedro Horrach a Martorell cuando el acusado ha confesado que un contrato por esta cantidad que nunca se cumplió sirvió realmente de sobresueldo a Alemany.
La magistrada que preside la sala, Margarita Beltrán, también ha participado activamente en los interrogatorios, poniendo en ocasiones en duda las declaraciones de los acusados.
«No soy capaz de comprenderlo», le ha dicho a Martorell respecto a que firmara sin mirar todos los documentos que le dejaban en la mesa, mientras que tampoco le «acaba de cuadrar» que Linares no tuviera interés en los frutos del concurso que ella tramitó.