Los fenómenos meteorológicos, como la fuerte tormenta que azotó el sur de Mallorca el 4 de octubre de 2007, causando el pánico de la población y grandes destrozos en sus viviendas, solo se pueden pronosticar a día de hoy con una o dos horas de antelación, según se puso de manifiesto ayer en la apertura de la VI Conferencia Europea sobre Tormentas Severas que, con participación de 230 especialistas en meteorología de distintas zonas del planeta se celebra en salones del museo palmesano de Es Baluard.
El 'cap de fibló' al inicio de aquel otoño, que ha quedado en la memoria de los habitantes de Palma como ejemplo de súbita tempestad con efectos devastadores, es uno de los ejemplos de estudio en la reunión de expertos, donde se considera que el Mediterráneo es un entorno de sistemas convectivos -evaporación del agua del mar cálida hacia masas de aire frío en altura- que desarrolla tormentas tan rápidas como para impedir su predicción eficaz.
Esos ciclones mediterráneos de pequeñas dimensiones de anchura -en comparación con los que se producen habitualmente en el océano Atlántico a la altura de Centroamérica y hacia el norte del continente-, reciben entre los científicos la denominación de medicanes y suelen producirse no más de dos o tres al año entre Grecia y Balears, aunque sus consecuencias graves son estadísticamente escasas.
La Conferencia fue inaugurada por el presidente de la Agencia Estatal de Meteorología, Ricardo García; el director del Laboratorio Europeo de Tormentas Severas, Pieter Groenemeijer; el presidente del comité científico del la reunión, Climent Ramis, y la rectora de la UIB, Montserrat Casas.