Cuando el sol se ponía en la bahía, los Reyes y sus hijos recibían a las autoridades en el Palau de l'Almudaina para la cena de despedida del verano, que este año se ha adelantado casi un mes por motivos de agenda, como la próxima visita del Papa a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud. En la cita hubo varias novedades importantes: muchas caras nuevas debido a los cambios políticos en las principales instituciones de la Comunitat Autónoma; el pequeño traspiés que don Juan Carlos había sufrido la noche anterior en el Club Náutico, lo que le obligó a llevar una bota parcial inmovilizadora en el tobillo izquierdo, y la presencia de todos los miembros de la Familia Real, que no coincidían en el acto desde 2008.
Si ya la fecha de la cena resultó rara, acostumbrados a despedir a los Reyes y a sus hijos en septiembre, con varios grados menos de temperatura, también extrañó la seriedad del Monarca, que ayer no hizo ninguno de sus habituales comentarios simpáticos a los periodistas. Don Juan Carlos estaba serio, tal vez debido a las molestias de la tendinitis que un mal movimiento le ocasionó en el talón de Aquiles del pie izquierdo durante la cena del 30 aniversario de la Copa del Rey de Vela.
Unos tres minutos duró el besamanos de las autoridades civiles y militares encabezado por el president , José Ramón Bauzá, que tuvo lugar en el despacho del Rey. A la cena asistieron el delegado del Gobierno, Ramon Socias; el alcalde de Palma, Mateu Isern; Mariano Estaún, comandante general de Balears; Antoni Terrasa, president del Tribunal Superior de Justicia de Balears; Bartolomé Barceló, fiscal jefe; Maria Salom, Santiago Tadeo y Jaume Ferrer Ribas, presidentes, respectivamente, del Consell de Mallorca; Menorca y Formentera; José María Lavilla, jefe del Sector Naval de Balears; Carlos de Palma, jefe del Sector Aéreo; Basilio Sánchez Rufo, jefe de Zona de la Guardia Civil, y Bartolomé Campaner, jefe superior de Policía.
A la cena, que se sirvió en el Salón Gótico del palacio, acudieron unos 50 invitados, entre los que también se encontraba personal de Patrimonio Nacional y de la Casa de su Majestad.
En el Salón Gótico se dispusieron siete mesas con mantelería verde, adornos florales en amarillo y lila y se utilizó la cubertería de plata que lleva las iniciales de los nombres de los Reyes, JC y S. Desde más de una hora antes de la cena, prevista para las 21.00 horas aunque comenzó con retraso, los alrededores de l'Almudaina congregaron a los curiosos habituales, deseosos de ver de cerca a los Reyes, los príncipes de Asturias; los duques de Palma y la duquesa de Lugo, una imagen que ya no es muy habitual.
Mientras en el interior del palacio se degustaba una cena con toques mallorquines, una veintena de indignados intentaron situarse frente a la entrada de La Almudaina, llegando a desplegar una pancarta al grito «todos somos Sol». Efectivos de la Policía Nacional les requirió la documentación y les desviaron hacia un lateral de la Catedral, donde permanecieron custodiados hasta que finalizó la cena.