La situación actual de Emaya es insostenible. Por ello, el presidente de la empresa, Andreu Garau, ha planteado una serie de recortes de las ventajas de las que disfrutan los trabajadores de Emaya. Así, destaca que no es viable que los empleados de medio ambiente tengan las vacaciones entre mayo y septiembre, ya que es el periodo de máxima actividad y requiere contratar a más gente para cubrir las vacaciones. Garau también considera que el coste de los trabajadores debe reducirse: el coste medio de un puesto base en Emaya ronda los 40.000 euros anuales. Además, pretende disminuir el absentismo laboral de la empresa, que en algunos casos llega al 20% y «esto es insultante».
Garau explica que para hacer sostenibles estos derechos de los trabajadores actuales, las nuevas contrataciones no pueden tener esos privilegios.
Otra de las medidas que se contemplan es la reducción de la plantilla mediante la amortización de jubilaciones (no se prevén despidos). Para suplir estas bajas, Garau apuesta por la tecnificación de la empresa.
La nueva dirección de Emaya está estudiando cuánto se tiene que recortar el gasto de Emaya, al tiempo que intentan incrementar los ingresos, para lo que están elaborando un plan estratégico.
Garau pretende mejorar la limpieza de Palma, ya que considera que «Palma no tiene el nivel de servicio que se merece». Pese a los recortes, asegura que es posible conseguirlo con la mejora de la eficiencia y tecnificación de la empresa.
En lo que se refiere a los problemas de tesorería, destaca que ayer mismo solicitaron el aplazamiento del pago de la Seguridad Social para poder abonar el 100% de las nóminas a los trabajadores el 31 de julio. Los problemas de liquidez de Emaya responden principalmente a las deudas de las administraciones (32,5 millones de euros) y de los particulares (1,5 millones).
Pese a las dificultades de la empresa, Garau descarta privatizar la empresa o vender el agua, como le acusan desde el PSOE.