La presidenta del Consell de Mallorca, la socialista Francina Armengol, aprovechó ayer su discurso institucional durante la última Diada de este mandato, que calificó de «convulso», para reclamar una sociedad civil «activa», «ambiciosa» y «crítica» con el poder.
En el Teatre Principal y ante una abundante representación de la sociedad civil (las personas premiadas con la distinciones de la Diada) Armengol puso en valor su importancia en la toma de decisiones, consideró «imprescindible» el control democrático y, en dos ocasiones, se apoyó en palabras de Félix Pons, fallecido el pasado julio, para reivindicar la diversidad y tolerancia. Armengol aludió expresamente a la necesidad de integrar a la inmigración, destacó su aportación al día a día de Mallorca y destacó el papel fundamental que le corresponde jugar al Consell en el organigrama institucional de la Comunitat Autònoma.
Armengol recordó que el Estatut d'Autonomía otorga a los consells capacidad para defender los intereses de cada una de las Islas y advirtió, sin citar expresamente a nadie pero en presencia del president Antich y del delegado del Gobierno, que se mostraría beligerante y que «cualquier medida que vaya contra los intereses de Mallorca o de los mallorquines, cualquier medida que represente un paso atrás en los derechos que hemos conseguido tendrá mi más firme oposición».
Crisis económica
En su discurso, y como ella misma había anticipado, aludió a la crisis económica, advirtió que habrá que tomar decisiones difíciles pero se esforzó en dejar claro que su receta contra la crisis es «la inversión pública» que dijo que era «imprescindible» para estimular la economía. Añadió que pese a vivir en época de recortes sus prioridades seguirán siendo las políticas sociales. Armengol no ocultó, pero enmarcó este hecho en el contexto de la crisis, cierta frustración por no haber podido concretar la reforma de la financiación de los consells y apeló al acuerdo entre todos los partidos, por encima de colores políticos, para completar el proyecto de hacer de Mallorca una «tierra moderna e innovadora, solidaria y cohesionada socialmente» y que respete su patrimonio, su cultura y su historia. Afirmó que eso es lo que hace de Mallorca, «una Isla única».