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Càritas reconoce el esfuerzo de más de 600 inmigrantes que han participado en sus cursos

| Palma |

«Doy gracias a Càritas por ayudarnos en todo lo que han podido y por animarme a participar en el curso de español, sin ellos no lo hubiera conseguido», así de orgullosa se mostraba ayer Halima, una joven madre marroquí, al recoger su diploma durante el acto de clausura de los cursos organizados por Càritas este año y en el que han participado 632 inmigrantes de todas las nacionalidades.
Convivencia, multiculturalidad y acogida, estos son los valores que los coordinadores, voluntarios y profesores de la ONG de la iglesia han intentado inculcar a sus alumnos durante todo el año. Así nos los aseguran Bárbara Picornell y Catalina Mateu, las coordinadoras de todos los cursos que señalan que «sin los profesores voluntarios que hemos tenido, este acto sería imposible».
«Hemos ofrecido cursos de español y catalán para inmigrantes; cursos de informática; de iniciación a la jardinería y poda; de iniciación a la atención de personas mayores; y de ayudante de cocina», explicó Biel Pérez, de Càritas Balears, al tiempo que señaló que «lo que hemos tratado de ofrecer en estos cursos no son solo las materias en sí mismas sino también conocer el país al que han llegado y nociones de ciudadanía y acogida», aseguró.
Paro inmigrante
Por su parte, el director general d'Immigració, Manuel Cámara, valoró positivamente este tipo de cursos y recordó que es importante realizarlos porque ayudan a los inmigrantes a buscar un trabajo, sobre todo, cuando los datos del paro desprenden que el 27 por ciento de los inmigrantes está en esta situación aunque, agregó que, «en realidad, todos sabemos que son muchos más».
No es el caso de Diana, una mujer de Guinea Ecuatorial, que sonríe satisfecha porque acaba de recibir su diploma de español y de atención a personas mayores y ya está trabajando con «una familia estupenda», asegura. «Gracias a Càritas he encontrado algo que me gusta y unas personas que me tratan muy bien», nos dice. Por su parte, Marizé, un chico de Senegal, busca lo mismo, un trabajo digno que espera conseguir gracias a su mejora del español. «Antes no podía decir más que mi nombre y ahora me puedo defender casi, sin problemas», dice.

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