Steffi Graf a que en la década de los 90 fuera, sin discusión, reina de las pistas de tenis -entre otros, ganó seis Roland Garros, cuatro Open de Australia, siete Wimbledon y cinco Open USA-, rueda estos días en Palma un spot sobre un producto lácteo.
El plató elegido fue una zona de Camp Rodó, cerca del Parc de ses Fonts. La productora que grabó el anuncio no se anduvo por las ramas y montó un mercado a aire libre, con mostradores repletos de ricas frutas, como si fuera de los de verdad. Además, contrato a 45 figurantes y mandó a otros 45 operarios. Todo un despliegue, sin duda.
Dentro de aquel inmenso tinglado, más propio de una superproducción cinematográfica que de un simple spot de 20 segundos, en el que todo funcionaba a la perfección, solo hubo un error: pretender que el deseo de la ex diva del tenis, «·No quiero que me hagan fotos», se cumpliera a rajatabla. Y no se cumplió porque la calle es de todos, por tanto en ella se pueden hacer fotos y más si es a un personaje famoso, como es la ex tenista.
Así que mientras operarios de la productora trataban de interponerse entre la Graf y las cámaras de los periodistas, éstos se las ingeniaban para, a pesar de todo, hacer su trabajo, que no era otro que el de hacer unas bonitas fotos que dejaran constancia de que estaba grabando un spot en Mallorca. ¿Acaso es malo eso?
Al margen de este incidente, que a mediodía, al repetirse de nuevo, crearía cierta tensión, pues empeñados en que no hiciéramos nuestro trabajo pusieron todo tipo de inconvenientes, diremos que el montaje de este anuncio fue de lo más profesional, pues, por lo que pudimos apreciar, nada se dejó en manos de la improvisación, sino todo lo contrario: hasta lo más insignificante estaba planificado; y que todo aquello, pago de los emolumentos a la tenista, personal, extras, transporte de material, creación del mercado, etc., debió de costar una fortuna, por lo cual no debe de extrañarnos que el elevado precio de determinados productos que se anuncian a través de este medio, esté más que justificado.
También quedó claro que Steffy es mejor tenista que actriz. Pocas veces en su carrera profesional dejó de resolver el saque en dos intentonas. Aquí, en cambio, una carrerita de cinco o seis metros, la tuvo que repetir una docena de veces.
Eso sí, lo que no es Steffi es supersticiosa, ya que nunca le importó pasar por debajo de una escalera abierta en aspas. ¿Que si estaba su marido, el tenista Agassi y sus hijos, con ella? Allí, desde luego, no los vimos, lo que no significa que puedan estar con ella en Mallorca. Quienes si están son sus managers, que llegaron ayer, un día después que ella, debido a la nube volcánica seguramente.