Diez años y 3,5 millones de copias vendidas después, Estopa revisará su repertorio el 5 de febrero en el Palma Arena. David Muñoz, cantante del dueto, promete «una selección de lo que nos mola. Y al público seguro que también».
-¿Qué tal sienta hacer un flashback?
-Es curioso mirar al pasado. Sorprende la forma en la que trabajábamos las voces y los instrumentos. Con el tiempo ha ido cambiando, aunque no ha sido estudiado, porque si lo piensas demasiado te vuelves loco. Nuestros cambios siempre son instintivos.
-¿Se ven más maduros tras seis discos de estudio?
-Yo en los Estopa de 1999 no veo nada de inmadurez. Para aquel entonces ya estábamos bien maduros. Demasiado, de hecho.
-En X Anniversarium se apuntan a los duetos y versiones. ¿Es la forma de vender discos actualmente?
-No hemos seleccionado a los artistas buscando vender más discos. Hemos llamado a nuestros maestros y afortunadamente todos han aceptado colaborar con nosotros, lo cual es un regalo.
-Es la primera vez que hacen duetos.
-Ha sido un reto. Cada grupo hizo su versión de una canción nuestra y hemos tenido que meternos en ese disfraz. ¡Fue adaptarse o morir! Ha sido una auténtica experiencia vital. Ahora tenemos más visión y recursos.
-¡Parece que han tenido una revelación!
-Nos ha abierto los ojos. Ha sido como una universidad de las canciones. Teníamos unos hábitos de producción y con este disco hemos aprendido que menos es más. Siempre puedes meter a la Coral Búlgara en cada canción, pero hay que aprender que no es necesario. En nuestros futuros trabajos vamos a seguir la filosofía de El Bicho y apostar por lo esencial.
-¿Con qué se quedan?
-Hemos suprimido los teclados. Queríamos prescindir de algún instrumento de adorno para que suenen más los que nos caracterizan, como las guitarras.
-Veo que la experiencia les ha sentado fenomenal.
-Rosendo hace treinta años que toca con bajo, guitarra y guitarra eléctrica. Sin 'mariconaditas'. Experimentar eso ha sido fantástico. O trabajar con Ojos de Brujo, que son cincuenta mil músicos y cada uno graba en su casa porque no se pueden llegar a juntar. Los de Chambao nos tuvieron trabajando hasta la madrugada. Igual que Muchachito, con la botella de Anís del Mono al lado. Nosotros éramos como observadores de la ONU que obedecíamos sin interferir.
-Hace tiempo dijo que les gusta lo insano. ¿Lo mantiene?
-Eso lo diría un día que me sentía rebelde, en plan arrebato. Algunos días nos gusta la vida insana y otros mejor el yogur de soja.
-¿Y lo de que tienen conciencia de clase?
-Eso no fue un arrebato.
-Pero con la de discos que han vendido, ¿no le apetece comprarse un Rolex?
-No. Aunque me gusta el jamón y el vino bueno, no te creas que soy idiota. Tener conciencia de clase no significa vivir como un mendigo, sino tener una visión del mundo. No puedo evadirme en mi burbuja de afortunado de mierda y olvidarme de todo. No soy el Che, pero, si podemos, hacemos algo.