Defiende la «cultura de proximidad» y cree que para los grandes proyectos a veces no es suficiente una sola legislatura. Así, el director insular de Cultura, Maties Garcias, lamenta que no podrá ver en marcha el Centre Internacional de Fotografia Toni Catany o la casa Blai Bonet. Reconoce que estos años ha aprendido mucho, le gusta su trabajo. Se mueve con soltura en el mundo de las letras y la lengua, quizá «por deformación profesional». Recuerda a la ex consellera de Cultura Joana Lluïsa Mascaró como trabajadora y con las ideas claras.
-Pasado ya el ecuador de la legislatura, ¿puede hacer balance?
-Estoy satisfecho del balance, pero sé que no está acabado. Sería momento de pensar en los dos años que quedan y seguir trabajando. Se debería avanzar en la creación de las redes culturales, que ha sido una de las bases de la cultura del Consell, y que se deriva en la mayoría de los casos de sus respectivas leyes, como la xarxa de biblioteques, de municipios y actividades culturales, o las futuras redes de museos y archivos.
-¿Ha cambiado su percepción de la cultura desde que es gestor?
-En dos años de trabajo sé muchas cosas que no sabía. He aprendido cómo funciona la institución, cuáles son los mecanismos, los servicios que ofrece, y también la relación que se tiene con la gente. Hay un gran servicio de responsabilidad y no se puede meter la pata.
-¿Es que ha tenido algún traspié?
-Espero que no...
-La gran cantidad de competencias diversifica los esfuerzos.
-Evidentemente. Ésa es la gran dificultad: tener tiempo y clarividencia suficiente para poder atender a todo el abanico.
-¿Ha tenido que cerrar a muchos las puertas?
-He tenido las puertas abiertas siempre y he escuchado a todo el mundo. Las instituciones no pueden trabajar a puerta cerrada. El próximo año no será posible atender todo si nuestro presupuesto baja. Si hay que adoptar una línea de austeridad, va bien, me gusta la austeridad de los proyectos. Soy más partidario de hacer cosas con gran contenido cultural y que no son tanto una fiesta.
-¿Es una línea muy acorde con su carácter?
-Puede que sí. Si me dedico a esto es porque antes me he dedicado a hacer actividades y promoción cultural desde la base, desde la prensa forana, la obra cultura o la docencia, procurando sacar lo máximo con limitación de recursos.
-¿Cuál es su modelo ideal de cultura?
-Creo que debe ser, sobre todo, el que sea ejercido y compartido por personas responsables. Puede haber más o menos dinero, pero lo importante es gestionarlo bien y reinvertirlo en el máximo de gente posible. Pero no hay que sacralizar las instituciones, no lo son todo. Sería un error que la cultura dependiera sólo de las instituciones.
-Sin embargo, muchos les piden respaldo. ¿La gente no se arriesga?
-Posiblemente, hemos abusado de este modelo de proteccionismo por parte de las instituciones. Pero la cultura siempre ha tenido la necesidad de un mecenas.
-¿Es complicado convencer a las instituciones de que cultura tiene necesidades?
-Tengo que hacer de intermediario entre el sector y el ámbito más político. No hay que escatimar esfuerzos culturales. Las competencias en Cultura del Consell vienen de lejos y, antes de querer asumir nuevas competencias, se debería procurar tener bien dotadas económicamente, de personal e infraestructuras, aquellas que le vienen de hace años. Por ejemplo, la posible transferencia, que recoge el Estatut, de los Conservatoris Professionals a los Consells. Creo que antes de asumir esta gestión, vale más atender bien las bibliotecas.
-¿En qué proyectos se ha volcado?
-La Capella de La Misericòrdia como espacio expositivo de calidad, por ejemplo. He introducido cosas que se adecuan a los criterios del departamento como la convocatoria de proyectos diseñados para este espacio. Lo cierto es que hasta que no lleguen grandes proyectos no podemos estar parados en cultura.