La incertidumbre y la improvisación han marcado el aterrizaje de la familia Martí Mingarro en el Real Mallorca. Los nuevos gestores de la SAD balear no han sabido comunicar su mensaje "el propietario todavía no ha abierto la boca" ni esparcir ilusión. Más bien todo lo contrario. El caos y las prisas han salpicado sus primeras horas de convivencia. La renuncia de los anteriores mandatarios de la entidad les cogió a contrapié y tuvieron que diseñar un consejo de administración deprisa y corriendo. El culebrón protagonizado en la búsqueda de un presidente ha sido uno de los episodios más esperpénticos de la historia reciente del club bermellón. Total, al final se impuso la elección a dedo del dueño, que escogió a su abogado. Tomeu Vidal, apodado Tomeu el Breve tras su efímero paso como conseller de Cultura, se rindió a las exigencias de su jefe y aceptó el cargo. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas...
Una vez instalados en la cabina de mando del Real Mallorca, es el momento de emprender el viaje. Javier Martí Asensio, hijo del propietario, dirigirá la entidad desde su cargo de consejero delegado. Sobre las espaldas de este empresario de 34 años, sin ninguna experiencia en la gestión de un club de fútbol, recaerá el enorme peso de una entidad casi centenaria que divisa un horizonte cargado de dudas.
El consejo de administración, que será meramente representantivo, ha sufrido una drástica remodelación en relación a la anterior etapa. La parcela deportiva, en cambio, no ha sufrido ninguna modificación.
Si las incógnitas se amontonan en la zona noble, también en el vestuario aparecen algunas lagunas. A falta de quince días para abrir el telón del campeonato, Gregorio Manzano todavía no ha recibido ningún nuevo futbolista. Habrá que conceder un margen de confianza, aunque el fútbol no entiende de transiciones y sí de resultados.