La procesión de la Esperanza en la Resurrección, protagonizada por niños de entre tres y dieciséis años, tuvo lugar ayer por segundo año consecutivo. El Sábado Santo es la jornada de la Vigilia Pascual en la que se renuevan los elementos que intervienen en los ritos de la liturgia católica. Por esta razón los niños encendieron ayer el fuego que se sitúa en el exterior de la Catedral y donde el Obispo de Mallorca, Jesús Murgui, prendió el Cirio Pascual, símbolo del Cristo Resucitado.
La procesión de la Esperanza en la Resurrección está organizada por la Obra Social y Cultural Cofrades de Mallorca y tiene como finalidad promover la Semana Santa entre los más jóvenes.
«Mediante esta procesión queremos que los niños se sientan protagonistas ya que el resto de las fiestas se limitan a retirar la cera. Queremos que de forma alegórica, lleven la luz a Cristo para su Resurrección», comentó Bernardo Fuster, presidente de la asociación.
Fuster destacó la importancia de potenciar la solidaridad entre los niños que en el futuro formarán parte de las cofradías de Palma «independientemente de las hermandades a las que pertenezcan, algo muy necesario», comentó.
La procesión dio comienzo a las 19.00 horas en la iglesia dels Socors y transcurrió por la Plaça Pes de la Palla, Temple, Ramon Llull, Sant Francesc, Santa Eulàlia, Cadena, Cort, Palau Reial, y concluyó en la Catedral.
Joan Darder, deán de la Seu, recibió a la comitiva. También asistieron al acto los Tamborers de la Sala y la banda de Nuestra Señora de la Salud de Palma.
El presidente del cabildo de la Catedral acompañó la ceremonia de la renovación del fuego y rezó el Padre Nuestro en castellano, catalán y en latín.
Durante la Vigilia Pascual los fieles que se dieron cita en la Catedral renovaron sus votos bautismales, y se bendijo el agua bautismal así como los óleos que se utilizan en el Nuevo Año Litúrgico que da comienzo con la resurrección de Cristo.
La procesión de la Esperanza en la Resurrección estuvo marcada por la sencillez y, un año más, por la amenaza de lluvia y viento. Esta situación menguó la participación de los más pequeños, que ya arrastraban el cansancio de las largas procesiones del Jueves y el Viernes Santo, ya que la mayoría desfiló con sus padres en las procesiones de Palma.
La procesión de la Esperanza en la Resurrección estuvo acompañada por una «cruz desnuda», esto es, una cruz sin sudario y sin imagen, como explicó Bernardo Fuster: «Tan sólo adornada con flores».