«El fracaso de la revuelta de las Germanies se debió a la imposibilidad de mantener un sistema de equilibrio con la oligarquía. La revuelta que pretendió mantener una situación de dualidad de poderes en la que hubo falta de confianza, de lealtad y fidelidad». Con estas palabras Esquerra recordó la revuelta popular de 1521 con un discurso marcadamente político, enmarcado en un contexto de crisis.
El presidente de Esquerra en Balears, Joan Lladó, analizó el fracaso de la revuelta «que pretendió sacar adelante un proyecto de poder propio e independiente, una revuelta social en favor de las libertades», dijo.
Un fracaso que «se repite en la historia», alegó en referencia al déficit presupuestario de Balears y la difícil situación de crisis: «Más profunda en las Islas por su falta de financiación crónica».
La revuelta de las Germanies «pone de manifiesto la ambición insaciable de algunos y la sumisión de otros», lamentó el presidente de Esquerra.
En la plaça del Rosari, una placa recuerda a Joan Crespí Pelaire, «primer defensor del beneficio común y a los primeros iniciadores de la idea democrática».
También reza una leyenda que, en 1870, el primer ayuntamiento popular de Palma reconoció la importancia de la revuelta.
En este sentido recalcó la necesidad de invertir en servicios sociales, en promover acuerdos con los sectores productivos y profundizar en la innovación.
El pesimismo estuvo presente durante todo el homenaje, así como la reflexión sobre las razones por las que los campesinos y artesanos mallorquines fracasaron en las reformas de una sociedad porque «chocaron frontalmente con los intereses de los estamentos privilegiados».
Más de 200 agermanats fueron ejecutados, entre ellos Joanot Colom, uno de los cabecillas de la revuelta en Mallorca que contó con el apoyo de la Part Forana, razón por la que su cuerpo fue descuartizado y expuesto.
«Esquerra hace bandera dels agermanats», dijo Lladó quien recordó el llamamiento de Crespí a rebelarse contra la injusticia: «Tierra y libertad», finalizó.