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Editorial

Zapatero y Obama, ante el futuro

Tras unos cuantos días de desesperadas maniobras diplomáticas, por fin el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha conseguido el 'sí' a su anhelada presencia en la cumbre de Washington para resucitar el sistema capitalista mundial. Gracias a la decidida posición del francés Sarkozy, España tendrá voz y voto en esa reunión, aunque en una silla cedida. Una presencia que en realidad le corresponde a nuestro país por derecho propio, al ser la octava potencia económica mundial. El entramado diplomático tendrá que tomar buena nota de esta lección para conseguir situar a España en la categoría que le pertenece.

Washington, día 15 de noviembre. Ésa es la cita. Allí, entre otras cosas, Zapatero se verá cara a cara con los representantes de los países más desarrollados del mundo y, aunque la presencia del presidente electo norteamericano, Barack Obama, no está aún confirmada "Bush es todavía el inquilino de la Casa Blanca", está claro que ambos dignatarios se muestran dispuestos a iniciar una nueva etapa en las relaciones bilaterales en este delicado momento internacional. Una etapa que por fuerza deberá ser de estrechamiento de amistad y de cooperación.

En su primera comparecencia pública tras las elecciones del pasado martes, Obama "ya revestido de la aureola de un presidente aunque no tomará posesión del cargo hasta el 20 de enero" demostró su interés en ganar esta guerra económica, salvando a la clase media norteamericana de la crisis en la que se encuentra.

Con un mensaje de optimismo y cautela, el futuro presidente se declaró consciente de las dificultades que tendrá que enfrentar para salir de la situación. Algo que constatarán los veinte jefes de Gobierno que el próximo día 15 se reúnen en Washington con la titánica tarea de sentar las bases de la nueva economía mundial. En la agenda de los mandatarios, seguramente, habrá cuestiones tan poco 'económicas' como la ética, la confianza, la honradez y hasta los salarios de los altos ejecutivos. Esos viejos asuntos clásicos que para muchos 'tiburones' de las finanzas habían quedado olvidados.

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