El esperado debate sobre la situación que atraviesa la economía española que planteó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acabó resultando decepcionante. Ninguno de los portavoces en el Congreso de los Diputados, con la lógica excepción del socialista, compartió el análisis de Zapatero y denunció la carencia de medidas eficaces para contrarrestar el progresivo deterioro del escenario económico del país. A la vista del resultado del debate todo indica que el Gobierno carece de iniciativa frente a la coyuntura adversa que evidencian las grandes cifras macroeconómicas. Desplome de la confianza de empresarios y consumidores, caída del Producto Interior Bruto, aumento de las tasas de inflación y paro,... todo un cúmulo de indicadores que todavía alejan más a España del conjunto de la Unión Europea; y eso que el comisario Joaquín Almunia anunció ayer que en el tercer trimestre de este año nuestra economía entrará en recesión.
El debate de ayer dejó en evidencia que el Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero, que sigue aludiendo con eufemismos a la crisis, no tiene propuestas que trasladen un aliento a empresarios y trabajadores en estos momentos de dificultad. España saldrá de esta situación tan delicada, es una de las ventajas de disponer de una economía abierta y de pertenecer a la Unión Europea, pero no será, en absoluto, gracias a este Gobierno cuyo presidente se presenta cada vez más acorralado políticamente por sus antaño socios nacionalistas que le exigen por activa y por pasiva que resuelva, con la máxima prioridad, el tema de la financiación autonómica antes de darle el más mínimo apoyo. Para salir de esta crisis, como de las que le precedieron, la primera condición que debe cumplirse es la de la confianza en el futuro. Con este discurso Zapatero no convence.