Si muchos turistas se llevan de Mallorca la imagen estereotipada de un litoral de playas masificadas donde a veces hay que andar largo rato a pleno sol para tomar un refresco, otros, más versados sobre el carácter polifacético de la isla, optan por las calas recónditas o de difícil acceso.
Allí, entre rocas y pinares, sobre un suelo de arena o cantos rodados o encaramados en pequeños acantilados se encuentran encantadores chiringuitos construidos con elementos naturales y de ambiente amistoso, donde es posible degustar desde un combinado de zumos de frutas naturales a una auténtica comida a base de platos de sabor marinero.
El recortado litoral de la costa de Calvià en torno a Cala Figuera, ofrece lugares tan atractivos como Cala Falcó, donde se encuentra uno de los mejores chiringuitos de Mallorca, especializado en zumos de frutas naturales y el cual dispone de un área para comer con mesas y sillas bajo la sombra del pinar. Nada más llegar sorprende la calidad ambiental del enclave, al fondo una angosta calita que, pese a su carácter natural, dispone de tumbonas frente a sus orillas.
En sus cercanías se encuentra el célebre chiringuito de la playa de El Mago, que con el tiempo ha adquirido el carácter de auténtico restaurante junto al minúsculo de la Cala dels Reis, donde se sirven bebidas y snacks pero no cuenta con barra para sentarse.
También la costa de Tramuntana, debido a su carácter tortuoso, cuenta con chiringuitos de especial encanto. Es el caso de los que podemos disfrutar en la Cala de Deià, que dispone de una instalación sobre la playa pedregosa y otro encaramado en el promontorio que cierra la playa y que ofrece una magnífica vista panorámica sobre la cala.
La cala de Estellencs dispone de otro encantador chiringuito con fachada de piedra y techumbre de cañizo, totalmente integrado en el paisaje, que domina desde su estratégico altozano. En la costa del Llevant destaca por su calidad el de Cala Llombards, especializado en pescado fresco. En Cala Sa Nau se ofrecen buenos granizados.
Gabriel Alomar