Hubo un tiempo en el que todo pasaba en el centro de Palma. De hecho, gran parte de la Palma que hoy conocemos era terreno agrícola. Por eso la primera fira del Ram se desarrolló muy cerca del Hospital Militar a principios del siglo XIX. Claro que nada tenía que ver aquella feria con lo que tenemos hoy. Se celebraba, entonces, una festividad religiosa (de la que conserva el nombre y poco más) y como tal lo que se hacía era colocar una serie de tenderetes en los que se vendían estampas mientras las monjas del convento de Santa Margarita exhibían una imagen de Cristo. Un siglo después llegaron los puestos de comida, y ya en 1918 llegó una novedad que levantó gran expectativa: la primera churrería instalada en Mallorca. Se llamaba «La vallisoletana» e inauguró una tradición que aún pervive: la de comer churros callejeando. La Fira del Ram de aquellos años se instalaba junto a los muros de La Misericòrdia y disponía de tres o cuatro tenderetes. Cuando la feria empezó a crecer se extendió hacia la Rambla, donde permaneció mucho tiempo. Una familia de Nápoles traía un carrusel que, pese a su sencillez, despertaba la ilusión de niños (que pagan 5 céntimos de peseta por montar) y mayores (a los que se les cobraban 10 céntimos). A su lado, el «tiro a la diana», que costaba dos céntimos por cinco balines.
Décadas después creció tanto que las atracciones ocuparon la plaza del Tubo. Eran ya los años 70. Poco después se trasladó frente a la Catedral, en los terrenos que más tarde serían el Parc de la Mar. De ahí se marchó al Polígono de Levante y más tarde, cada vez más sofisticada, se situó donde todavía sigue.