El hotelero Jaime de Juan i Pons acaba de regresar de Dubai. Viajó en compañía de su esposa e hija. Fue un viaje de placer del que llegó impresionado por todo lo que vio. Por ejemplo: «Aunque sean musulmanes, adornan la Navidad, como nosotros, con árboles de Navidad y Papa Noel. Me sorprendió la luminosidad de la ciudad, los garajes de los coches, algunos de más 300 metros de profundidad; la animación que hay en sus restaurantes, todos con orquesta; ver que hasta allí ha llegado Carrefour, Ikea, Boss, Hilfigger, Selfridges, etc.; saber que la importancia de las mezquitas se pone de manifiesto a través del número de minaretes que tiene -las que más, seis; contemplar que la ciudad está con obras por cuatro costados, pero que no molestan; disfrutar de unas playas de aguas cristalinas y fina arena, algunas de ellas privadas como las de los Hilton y Sheraton».
Y hablando de hoteles, los De Juan i Pons se dieron una vuelta por el más espectacular de todos. «Es el mejor del mundo, tanto que tiene siete estrellas. La habitación más pequeña mide 170 metros cuadrados; en su hall hay una fuente con música; las pequeñas tiendas que hay en él parecen palacios extraídos de Las mil y una noche; cuando desciendes a su restaurante, lo haces en un ascensor con asientos como los de los aviones. De pronto se inicia el descenso, te sumerges en el mar y a través de escotillas empiezas a ver peces y corales. Según el marcador del piloto del ascensor baja a 160 pies. ¿Has descendido tanto o es que estás en un simulador? Ésa es la duda. Una vez en el restaurante, quedas deslumbrado por lo que ves. ¿Que cuánto cuesta comer? 200 E por persona, como mínimo». Otra de las cosas que le llamó la atención a De Juan i Pons, además de Palm Deira, islas que forman una especie de palmera con chalets y embarcaderos por todas partes y de las pistas de esquí que hay en unos enormes almacenes con nieve artificial sobre la que se esquía, y muy abrigado por cierto, pues allí la temperatura es de -5 grados, bajísima comparada con la del exterior, 40 grados, fue saber que para poder vivir en Dubai como extranjero hay dos opciones: comprar una propiedad y tener un trabajo, que se consigue a través de dos documentos, un certificado de que no tienes sida y otro de que careces de antecedentes penales, documento que volverán a pedirte a los tres años. Si en este tiempo has tenido algún problema (robo, estafa, etc.) te expulsan de los Emiratos y no puedes volver a ellos jamás. Según nos contó el guía, todos creemos que la fuente de riqueza de Dubai es el petróleo, cuando no es así: allí viven, sobre todo, del comercio, tanto es así que cuando acaben el petróleo, podrán seguir viviendo.Viaje a las mil y una noches
Dubai, donde la vida gira más en torno al comercio que al petróleo