Entre este fin de semana y la semana que viene, ya final de mes, cierran la mayoría de hoteles y locales de oferta complementaria de la costa, poniendo punto final a una temporada que si cuantitativamente, es decir, en cuanto al número de turistas, ha sido un éxito, cualitativamente no podemos decir lo mismo y más si encima metemos la mano en la caja y contamos.
Ayer estuvimos en Cala Rajada, una zona donde han funcionado bien las cosas, en la que se ha recuperado el turismo alemán, y donde se empezaban a retirar mesas de los comedores, recoger habitaciones y embalar utensilios. «Para hacer una buena apertura -nos decía Miguel Obrador, del Serrano Palace- es importante hacer un buen cierre. Y eso se consigue dejándolo todo dispuesto para abrir de nuevo el hotel».
Así, en lo que en la cocina el chef, aprovechando un rato libre, limpiaba las perolas que tras impregnarlas con vaselina envolvía en papel de plástico, las camareras de comedor y las de piso iban desmontando las mesas y las habitaciones. Las mesas las arrinconaban en un lugar del comedor, mientras que sillones y mesitas de la habitación iban a parar sobre la cama, ya sin sábanas ni mantas.
Pedro Prieto