Cerca de 4.000 personas disfrutaron desde el polideportivo Mateu Canyelles de Inca del espectáculo de acrobacias aeronáuticas de la Patrulla Àguila. Minutos antes de que diera comienzo la exhibición aérea la expectación en toda la ciudad era total y muchos optaron por subir a los tejados de sus casas con cámaras de fotos y telescopios para poder seguir de cerca las maniobras del grupo de pilotos más popular del Ejército del Aire. Algunos prefirieron seguir la exhibición desde puntos estratégicos de Inca, como el Serral de ses Monges o el Puig de Santa Magdalena, donde se acumularon decenas de curiosos.
Sobre las 12.30 se empezó a oír el rugir de los motores de los siete aviones que conforman la Patrulla Àguila. El espectáculo, amenizado por música y un speaker que iba explicando las maniobras, estaba servido. El público asistente quedó maravillado con la acrobacia del espejo, en la que participan dos aviones forma invertida. Otro de los ejercicios que más llamó la atención fue la caída libre, en la que uno de los aviones simulaba el efecto de un misil cayendo sobre la tierra para retomar el vuelo instantes antes de tocar tierra.
Minuto tras minuto fueron sucediéndose otras acrobacias. Algunas, con nombre propio como la flecha, el mirlo, el póquer o el cisne. En todas estas maniobras participaban los siete aviones de la Patrulla Àguila distribuidos de forma diversa. Tras casi media hora de exhibición, los aviones de la Patrulla realizaron su último ejercicio y desplegaron un humo de colores que acabó formando la bandera española. Toda una demostración que arrancó muchos aplausos entre el público. La jornada había empezado horas antes en el Mateu Canyelles.
Marta Medrano