Los ricos también se empedan. Lo digo porque ayer por la mañana, cuando Paris Hilton abandonó Tito's, iba bastante alegre. Fue una velada que comenzó sobre la una y media de la madrugada cuando, a bordo del Hammer y junto a sus dos amigas, se acercó al restaurante del Náutico, que se estrenaba con ella tras la reforma, a tomar el postre. La chica vestía de rojo, al igual que sus amigas, como si de un grupo musical se tratara. Sobre las tres llegaron a Tito's.
Tropecientas personas esperaban en la entrada con sus teléfonos a punto para hacerle la foto. Parecía como si estuviera llegando la reina de los mares y no la reina de la jet set, reinado que ostenta por ser rica. Pero, al ser humana, quiso comportarse como los humanos y, no sé si por la temperatura o porque bebió algo más de la cuenta, se desmadró. Desde beber a morro de la botella hasta bailar con sus amigas y provocar con sus movimientos sensuales cuando bailaba a la muchachada de la discoteca. Y todo bajo la atenta mirada de los miembros de seguridad de la sala y los que la organización del evento que patrocinó había puesto a su disposición.
Cuando esta moza que no canta aunque vaya de cantante llegue a su casa seguramente se habrá olvidado hasta de cómo se llama la bebida que presentó en una isla del Mediterráneo. Paris nos ha decepcionado bastante porque, aparte de rica, no es nada más. Y encima no es inteligente ni para pasárselo bien. Y, si no, vean y juzguen. ¡Pobre!
Pedro Prieto