Pocos pueblos viven tan a fondo sus fiestas como lo hacen los pollencins. La de Sant Antoni destaca por ser la más peligrosa de las que se celebran en Pollença y es que no es la primera vez que el carro en el que trasladan el pino de Sant Antoni desde Ternelles a la Plaça Vella, se lleva una pierna por delante. Por fortuna no fue así ayer y la fiesta se saldó sin incidentes graves.
La fiesta recuperó ayer su recorrido tradicional a petición de los jóvenes de Pollença. Tras empedrar parte del casco antiguo el anterior Consistorio decidió variar ligeramente el recorrido en carro pero el nuevo Consistorio quiso dar ayer una segunda oportunidad y probar si al tocar las primeras piedras el firme aguantaba o había destrozos.
Para gozo de los jóvenes las piedras aguantaron y pudieron continuar su recorrido viejo hasta la Plaça Vella. En el puerto los molleros también vivieron su propia fiesta con el pino llegado desde Formentor, despertando igualmente la emoción y la participación.
E. Ballestero