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La «pequeña China» de Palma afronta con «preocupación» el bloqueo de la UE

La escasez de productos aún no es visible, pero ya empieza a repercutir en los precios

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Mientras la delegación de la UE encargada de negociar el desbloqueo de los textiles chinos intenta llegar a un acuerdo con Pekín, 75 millones de prendas asiáticas siguen aumentando sus gastos de almacenaje en las aduanas europeas.

El género chino comienza a escasear en todo el país. ¿Cómo se está viviendo la crisis de abastecimiento en las calles vecinas a Pere Garau, donde han surgido en los últimos años multitud de tiendas provenientes del país oriental?.

Ultima Hora consultó a varios comerciantes de la zona, que dieron opiniones bastante contrastadas. Xiaohua Yang tiene la tienda Oriente, donde vende como mayorista productos textiles. Cree que «la crisis de productos afecta bastante a los precios. Yo, por ejemplo, debo pagar ahora unos 50 céntimos de euros más por cada pieza que compro a los mayoristas de Madrid o Barcelona. Los productos comienzan a escasear y ahora en agosto no preocupa tanto, pero cuando llega septiembre la gente compra más y no disponer del género suficiente puede resultar muy negativo. Nosotros, en Palma, dependemos de los almacenes de la capital. El problema debe arreglarse».

El propietario de la tienda Wan Ke Long, de la calle Metge Josep Darder, considera que «por ahora no tenemos ningún problema, ya que tenemos nuestro almacén lleno de género. De momento, pedimos material a Madrid y nos lo traen».

El bazar Longda Mallorca, muy cerca del mercado Pere Garau, está repleto de género. Belén Chu es la dependienta del local. Con su amiga Vicky Chen supervisan el género, que no aparenta escasear. Sin embargo, Chu se muestra preocupada: «Los precios han subido, ésta es la consecuencia más directa del bloqueo de la UE. Antes podías comprar a un mayorista un pantalón por unos 6 euros, ahora lo debes hacer a 8 euros. El ritmo de ventas es decreciente, ha bajado casi un 50 % respecto al año anterior. Determinados productos no se encuentran, pero por lo general seguimos teniendo casi de todo. Por ejemplo, unas faldas de imitación ibicenca que no se provienen de China, sino de Italia. La tienda se abastece de productos de distintas procedencias. Los almacenes de Madrid siguen teniendo material, por lo que de momento no nos preocupamos».

Otro comerciante de la zona, cuyo nombre no quiso desvelar, precisó que «vamos a peor. Cuando se acabe el género que tenemos...¿cómo pagaremos el seguro? ¿cómo pagaremos los impuestos?».

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