PEDRO PRIETO
«¡Cinco papeletas llevo. Cinco...!» -nos decía la joven profesora
mostrandolas en la puerta de la guardería donde alguien había
escrito que allí había caído el cuarto premio, el 17275.
«¡Y yo también!», escuchamos desde el interior del aula en la que los pequeños, sentados en torno a sus mesas, no terminaban de entender qué estaba pasando esta mañana. Y es que ayer, a partir de media mañana la guardería Popeye, en la calle Maestro Chapí, del Vivero, era una fiesta. «En ésta y en la Popeye baby, que también es nuestra», recordó otra profesora que había dejado a un lado la escoba y la fregona con la que trataba de limpiar el cava que se había caído en el suelo del pasillo. «Y si viene por la tarde, cuando estemos todas, y también los padres que vienen a recoger a los niños, la fiesta que tendremos aquí será mayor.
Porque no sólo nos ha tocado a nosotros, sino que muchos padres, casi todos, llevan papeletas». El dato lo corroboró una madre desde el automóvil, cuando al pasar por delante de la guardería hizo sonar el claxon repetidas veces al mismo tiempo que sacaba un brazo por la ventanilla. «¿Lo ve? Es que estamos todos emocionados», decía ahora la misma profesora que momentos antes nos contaba que tenía cinco papeletas que seguía mostrando.
La cocinera, María del Mar Tejada, y la profesora Ana Estrems confesaron que ellas habían ido a comprar el número «y como a mi me gusta el número que termina en 5 -dijo ésta- , lo compramos. Y ya ve: ha tocado».
A vuelo de pluma nos hacen las cuentas. «Hemos vendido 500 papeletas, a 1.600 euros de premio cada una, ¡800.000 euros! hemos repartido. La de gente que debe de estar contenta en estos momentos».