Vestido de azul, jovial, incansable, nos encontramos un verano más con el doctor Barraquer, posiblemente el oftalmólogo más laureado. Recién llegado a la Isla saluda a trabajadores y clientes del Hotel Formentor que le dan la bienvenida. Ha cambiado su atuendo médico por uno más playero pero sigue llevando muy dentro la bata de trabajo. En los próximos días espera descansar y relajarse. El escenario, la música y los amigos pondrán el resto.
-¿Qué tiene Formentor que le hace repetir? ¿Cuántos años
lleva viniendo?
-Llevo viniendo desde el año 72. Formentor es un lugar insuperable.
Aquí encuentro de todo: amigos, jardines, unas buenas habitaciones,
y una de las pocas playas limpias donde poder bañarse. Además aquí
se puede hacer vida independiente.
-¿Qué hace en sus vacaciones?
-Procuro relajarme y olvidarme de los problemas. Lo consigo con
excepciones. ¿Cómo me relajo? Contemplando el cielo azul, viendo
los pájaros y con un poco de música. Si no hay música me la
imagino.
-¿Qué música le pondría a este enclave?
-El 2º tiempo del invierno del Vivaldi. Es una música con amor, con
cariño.
-Dicen de usted que es melómano y
practicante.
-Me gusta mucho la música Barroca y el Romanticismo. Me gustan
Vivaldi y Pergolesi, me fascina Mozart, Beethoven, Chopin o la
tetralogía de Wagner. Cada año después de las vacaciones en
Mallorca voy al Festival de Salzburgo.
-De familia de oftalmólogos reconocidos ¿Pesa mucho el
linaje?
-Más que pesar, ayuda. Hay que ir subiendo el eslabón. El linaje
actualmente está en buenas manos.
-Hace unos años le dieron la medalla de oro al mejor
oftalmólogo del milenio. ¿Vive de rentas?
-No. Trabajo cada día y procuro no sentarme en un trono. Sigo
operando los casos más difíciles y todavía mantengo la ilusión por
seguir aprendiendo.
-Es una persona muy alabada y galardonada ¿Con qué
premio se queda?
-El mejor premio son las palabras de un paciente agradecido cuando
dice: «Ya lo puedo ver bien, doctor».
-¿Cuál es su secreto profesional?
-La clínica funciona bien no por secreto profesional sino por
función profesional. La fórmula es amabilidad, cariño a los
pacientes, saber escuchar y saber explicar las cosas.
-¿Hasta donde llegará la oftalmología?
-El futuro está en el ojo electrónico que permitirá ver a los
ciegos mediante una pequeña cámara conectada a un microchip
colocado en el cerebro.
-¿Quién ve más el ojo o el cerebro?
-El cerebro es el que ve, el ojo es sólo parte del mecanismo.
Fíjese como es así que aunque fuerce la perspectiva poniéndose boca
abajo, de lado... siempre verá una imagen recta. La imagen siempre
está en su sitio, gracias al cerebro.
-¿En qué posición colocaría a la vista en el ránking de
los sentidos?
-Dentro de los sentidos, la vista es de los que más echaría de
menos un paciente. Aunque el oír es también muy importante.
-¿Cuál es la consigna para protegerse los ojos en el
verano?
-Una buenas gafas para proteger los ojos de la contaminación del
ambiente y piscinas.
-¿Qué gafas le pondría a Letizia Ortiz?
-Yo creo que no necesita. La veo muy guapa.
-La coquetería ha llegado a la vista. ¿Cómo se pueden
embellecer los ojos?
-Lo más importante es tener una mirada fresca, sencilla, cariñosa,
afectiva.
-¿Eso se opera?
-No, no se opera. Se tiene o no se tiene, aunque en la escuela de
la vida se aprende.
-Y las lentillas de colores, con forma de ojos de gato.
¿Ayudan?
-A mí no me gustan, parecen ojos de cristal.
-¿Los ojos más bonitos del mundo?
-Los que me cautivaron fueron los de mi mujer cuando la conocí en
1952.
Tolo Llabrés