La nueva legislatura del Estado acaba de comenzar, y a ella se han
incorporado cuatro diputados de Mallorca, uno de ellos, Miguel
Àngel Martín, del PP, veterano -estuvo en la anterior- y tres
nuevos, Maria Salom, de la misma formación que el anterior y
Francesc Antich y Bel Oliver, del PSOE.
Con los cuatro estuvimos ayer en Madrid, engalanado y atascado por
mor de la boda de mañana, aunque por la zona de la Carrera de San
Jerónimo, dentro de lo que cabe, se puede circular algo. No mucho,
pero siempre mejor que por los alrededores de La Almudena.
De martes a jueves
La vida de los cuatro en Madrid, de martes a jueves, ambos
inclusive, se desarolla entre el trabajo, bastante, más de lo que
nos imaginamos, pues no sólo son las sesiones parlamentarias sino
las reuniones de grupos y de comisiones, que los tienen liados, a
veces, hasta bien entrada la noche, y el ocio, poco, porque después
de tanto curre no quedan muchas ganas de salir.
Miguel Àngel Martín, con el carnet de diputado número 007, y que
ocupa el sillón 2.714, a nada que pone los pies en Madrid, sin
poder dejar etroler con la ropa en el hotel donde se hospeda, el
Santander, dos estrellas, muy cerquita del Congreso, tiene que
asistir a una reunión de partido en la sede del PP, calle Génova.
En lo que nos tomamos un cortado en el bar que hay al lado de la
sede, nos cuenta que las mejores noches para salir son las del
martes, «pues el miércoles la sesión comienza por la tarde, y si
trasnochas algo, siempre y cuando no tengas algo por la mañana,
puedes descansar algo más. El miércoles noche no es buen día pues
la sesión del jueves da comienzo a las nueve de la mañana. Pero
como los martes por la noche en Madrid no hay muchos lugares de
ocio abierto, mejor te quedas en el hotel viendo la tele, o
preparando algo. Eso, ya digo, si esa noche no tienes una reunión.
También está la posibilidad de ir al fútbol, pero como yo soy del
Barça, la verdad, no me atrae mucho ir al Bernabéu. Fui una vez, a
un palco de un madridista. Y esos son muy madridistas, así
que...».
Asiento 3.203
Maria Salom (carnet número 006 y asiento 3.203) que ha tenido una
reunión en Palma lo que le ha obligado a viajar a Madrid a media
mañana, pero como el vuelo se le retrasa dos horas, llega al
Congreso a punto de dar comienzo la sesión del martes, mete la
maleta en un cuarto, frente a la sala de los Pasos Perdidos y,
pisando moqueta, deprisa, deprisa, ocupa su escaño. Como es la
portavoz adjunta del partido, parte de la sesión se la pasa
hablando con unos y con otros, no de sus cosas sino que está
negociando a fin de buscar un consenso. En un descanso nos
acercamos hasta su hotel, que no es tal sino... ¿cómo se lo diría?,
es como el viejo Círculo de Palma, hoy Parlament: caserón, con
grandes salas, restaurante y seis pequeñas habitaciones, una de las
cuales, con vistas hacia la calle de Alcalá, es la suya. «No es muy
caro, estoy cómoda y está muy cerca del trabajo».
Al igual que Antich y Bel, Maria se mueve por Madrid en metro y
bus, «aparte de que es más barato, es más cómodo y rápido. Sabes a
la hora que sales y a la que llegas. Con taxi, aparte de que se te
va un dineral, vas de atasco en atasco».
Camino de regreso al Parlamento, y al pasar por delante del Palace,
Maria, señalándolo, comenta. «Me han dicho que ahí viven los de
Convergència i Unió. Creo que tienen un convenio... ». Y antes de
cruzar la calle por el paso cebra, señala hacia el edificio que
queda a nuestras espaldas, y dice: «Ahí tengo el despacho. No es el
mismo que tenía Rosa Estaràs, pero está muy cerca de él».
Miguel Àngel Martín tiene un viejo Ford, «que aún no me he traido»,
con el que me desplazo desde el aeropuerto al Congreso, o a
cualquier localidad de los alrededores si mi presencia es obligada.
Por Madrid me desplazo siempre en metro».
Despacho
A Bel la hemos encontrado en su despacho, ubicado en la planta 3
Bis. Es pequeño, como el de todos (ministros parlamentarios
incluidos) -que se encuentra no muy lejos del de ella- pero tan
bien dispuesto que cabe todo: mesa, silla, silla para el visitante,
ordenador y pequeño armario, además de una tela a través de la cual
sigues el debate, o la sesión, desde allí. Bel está en las
comisiones de Comercio, Industria, Turismo y Cooperación
Internacional. Vamos, que tiene para no aburrirse. A pie, a través
de enmoquetados pasillos y escaleras llegamos hasta el bar, donde
nos aguarda Antich, sentado junto a la barra. Nos dice que todavía
no tiene despacho, que espera que se lo den cuando reciba el
nombramiento por el cual presidirá la Comisión mixta del Tribunal
de Cuentas. Aparte está en las de Medio Ambiente y
Constitucional.
«Zona talibán»
Aprovechando que el hemiciclo está vacío -sólo hay unos
colegiales-, lo visitamos. Bel y Antich nos muestran sus
respectivos asientos. Él ocupa el 1.515 y ella el 2.818, que se
halla en la última fila, bien en el centro, más o menos por donde
andaba el año pasado Francisca Pol, una fila a la que cariñosamente
se la llama -o llamaba- zona talibán. Seguramente por lo lejos que
está.
Ambos están de acuerdo en que el trabajo de Madrid nada tiene que
ver «con el que haces en Palma. Vas a otro ritmo -dice el ex
president del Govern-; aquí también el nivel es otro. En cuanto a
los debates, algunos puede que sean más duros que los de
Palma».
Antich y Bel viven en dos pensiones, que no están muy lejos. «Son
limpias, están bien, y con eso es suficiente, pues apenas paramos
en ella. Al menos yo, no aparezco por allí durante todo el día»,
señala ésta.
Aunque no está muy lejos, propongo acercarnos hasta ellas en metro,
y así de paso les hago una foto en su transporte favorito, pero una
vez en el andén de la estación de Sevilla, al intentar hacerles la
tercera, la seguridad, cortésmente, lo impide. «Antes de la boda no
se pueden hacer fotos -advierte el funcionario-. O si no, llamen a
Renfe y pidan permiso». Casi todos comen, o bien en los
restaurantes de los alrededores -según Martín los hay de siete
euros el menú, como «Casa Manolo», o de 30 el plato de cocido en el
Lardi, o bien en el restaurante del Congreso, de bufet, rico y
variado, o a la carta, algo más cara, que incluye menú para los que
hacen dieta-. En ese lugar puedes coincidir con sus señorías más o
menos ilustres. Ese día, Bel, Francesc y otros diputados, suponemos
que socialistas, almuerzan en uno de los alrededores, mientras que
Miguel Àngel lo hace en el del Congreso esperando a Maria, cuyo
avión, como hemos dicho, ha salido con retraso y no llegará
siquiera a los postres.
Dietas
Para hacer frente a los gastos de estancia (hotel u hostal),
desplazamientos en la ciudad (taxi, metro y bus), almuerzos y
cenas, durante tres días a la semana -doce cada mes-, cada diputado
cuenta con una dieta mensual de unas doscientas mil de las antiguas
pesetas. «Naturalmente, si el partido nos envía a algún lugar, como
a mí hace unos días, que tuve que desplazarme a Zamora y pagar 80
euros de hotel más el viaje, esos gastos corren a cargo de esas
dietas», señala Martín Caridad.
P. Prieto