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Dulce Año Nuevo

Chocolate con ensaimada para terminar la fiesta o reponer fuerzas tras la gran marcha de Nochevieja

Día de Año Nuevo por la mañana. Muy de mañana. Apenas amanecido. Apenas tráfico en las calles. Los primeros en abandonar la fiesta se disponen a regresar a casa. Trajes arrugados, mangas cortas que obligan a cubrirse los brazos con el pañuelo, el foulard o la rebequita, cansancio que se refleja en el rostro de la mayoría.

No hace frío invernal, pero hace frío, y más cerca del mar. Unos van a buscar el coche, otros tratan de parar un taxi; otros, simplemente, van caminando y otros buscan un bar donde tomar el típico chocolate con ensaimada. Por ejemplo, los de la Plaça de Espanya, hasta donde llegamos cuando comienza a clarear el día, están a rebosar. Chocolate con ensaimadas o con churros. O con algo. Es otra de las costumbres del primero de año. Observamos que en las mesas hay buen rollo y que en ellas se comenta la noche que acaban de concluir, y que a unos les ha ido mejor que a otros.

De vez en cuando entra alguien que saluda a alguien que ya está allí, y que en ocasiones se acerca y termina sentado a su lado, sumándose al grupo que rodea la mesa. «Que sea otro con un croissant», le dice al camarero.

Pedro Prieto

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