El Ramadán ya ha comenzado. Muchos son los musulmanes en la Isla que siguen esta práctica religiosa, en la que se sigue un estricto ayuno diurno durante 29 días. Empezó el pasado lunes en Mallorca, ya que previamente se pudo divisar la media luna que inicia el calendario estipulado para esta ancestral tradición, en la que no se puede comer nada desde las 5.45 de la mañana a las 17.35 de la tarde. Mucha gente, a las 5.30 de la mañana come algo -algunos, un copioso desayuno-, justo antes de empezar el ayuno, para poder aguantar bien todo el día. La mezquita de Palma presentaba un aspecto reposado y tranquilo. La numerosa comunidad musulmana rezó las oraciones preceptivas. Esta práctica purificadora es un ejercicio en el que no se puede ni comer, ni beber alcohol, ni estar con mujeres ni hombres, ni cometer ningún tipo de pecado. Al cabo de los 29 días (que también pueden ser 30, según el calendario lunar), se realiza la fiesta del almuerzo, la Laid el fetre.
La mayoría de musulmanes aseguran sentirse mejor cuando hacen el Ramadán. Se trata de comer el mínimo posible por la noche, sólo lo justo para aguantar sin debilitarse. Unos dátiles, un café con leche, unos huevos fritos con aceite de oliva y un poco de sopa. Lo suficiente para ir tirando hasta primeras horas de la mañana. La religión aconseja comer alimentos con mucha glucosa. «Muchos cristianos pueden pensar que este ayuno es exagerado, pero nosotros creemos que es una cosa muy positiva, muy buena para el cuerpo, uno se siente mucho mejor», comentó Afkir Abdellah en la mezquita de Inca. «Puedo aguantar perfectamente durante todo el día», asegura la marroquí Jamila Laaroussi.
Los días de Ramadán tienen un tono especial, la reflexión e intercambio de opiniones siguen siendo moneda común. Son días de una especial espiritualidad. Esta práctica rememora que Alá comunicara su doctrina a los humanos a través de Mahoma. Cuentan las escrituras que en este período el Corán permanece abierto y que si una persona muere en estas fechas su alma va directamente al paraíso. El día 27 del Ramadán se produce la noche del destino, los ángeles bajan del cielo y es cuando los fieles piden deseos porque se multiplican por mil meses, por esta misma razón los que practican la religión islámica aprovechan también para pedir perdón por sus pecados. Durante estos días se suele comer diferentes clases de dulces como el «baghrir»; el «raghaif», (trigo, huevos, harina, levadura, mantequilla y leche) la «chebekia», un dulce de sésamo y miel; el «slico», un alimento realizado a base de almendras, cacahuetes, nueces y otros frutos secos picados, y el «breuat», que son pastelitos con fruta dentro.
Toni Limongi