La apicultura en la Serra de Tramuntana es una actividad llevada a cabo por varios hombres a modo de dedicación. Son personas jubiladas, que pueden conseguir algunos ingresos con la venta de la miel que reparten entre amigos y vecinos. Lo hacen por ocio, por placer, y si hay negocio, pues mejor. Es por el placer de extraer un producto natural de unas fincas situadas en un lugar idílico. Las abejas, cuando revolotean, además de recoger miel polinizan las flores y mejoran la producción de las fincas. «El placer de trabajar sumergido en un paisaje agradable, el placer de compartir, de ayudarse, de cambiar impresiones con los compañeros apicultores, es único», nos asegura Joan Bisbal, uno de los pioneros de este arte de la apicultura entre las rocas de la Serra.
Para trabajar en las caeres el primer paso que se da es el de preparar el «fumador», que se llena de pino seco y se enciende, y de esta forma ya tendremos una ayuda para mantener calmadas a las abejas guardianas. Las caeres se han de revisar unas cuantas veces al año a fin de controlar el estado de salud; se limpian y se preparan.
L'amo en Joan Bisbal pone todo su empeño para conseguir la mejor cosecha, preparando la bresca a fin de que la reina pueda poner los huevos. Si todo va bien, se podrán recoger un gran numero de kilos de miel. La tarea da comienzo con la colocación de la bresca nueva a fin de que las obreras lo llenen de miel; el mejor tiempo para realizar este trabajo será el mes de marzo. De esta forma se podrá extraer dos veces al año, la primera por Sant Joan, que será la miel llamada de «primavera», que se mantiene más tiempo sin especias y suele ser suave y aromática. Por Todos los Santos se extrae la de la «primavera d'hivern». Esta suele ser una miel más fuerte de gusto, más oscura y se espesa mas rápidamente.
María Vázquez