Ayer, 9 de octubre, metidos ya en otoño, cuando media España ha sacado el abrigo del armario y ha puesto alguna manta en la cama, eso sin contar los que ya han encedido el fuego o la calefacción, en el centro de Europa, para qué les cuento, aquí, en la Isla, ya ven. Como si estuviéramos en verano, aunque, la verdad sea dicha, las temperaturas, afortunadamente, han bajado. Pero por lo demás...
A lo largo de la mañana y parte de la tarde de ayer, estuvimos haciendo un largo recorrido por distintas playas de la zona norte y Levante de la Isla, arrancando desde la de Pollença y concluyendo en Cala Millor, tras pasar por las de Alcúdia, Platja de Muro, Can Picafort y Costa de los Pinos, en total 204 kilómetros, lo cual es una base más que sólida para poder concluir que las playas no estaban desérticas sino todo lo contrario, y en la de Alcúdia, en según qué tramos, a tope. Desde luego, como las temperaturas han bajado algo, había más gente tumbada en hamacas o sobre toallas y colchonetas hinchables -hinchadas- que bañándose.
Empezamos, como hemos dicho, desde la de Pollença. A decir verdad, poca gente, en la que menos de todas, aunque allí estuvimos cuando todavía no eran las once, claro que la hora tampoco influye mucho en este aspecto, pues al turista le gusta ir pronto a tomar el sol. Pero que conste el dato. La poca gente que había en el lugar distribuía el tiempo entre leer (libros, la mayoría, y prensa) en la hamaca, pasear por la orilla, menos, y bañarse, unos pocos; sobre todo los niños.