Sor Margalida Obrador Barceló, monja del monasterio de clausura de la Purísima Concepción de las Madres Agustinas de Palma, cumplirá 100 años el próximo día 28 de septiembre. Nacida en la barriada de La Soledat, a los pocos días se trasladó con su familia a Cas Concos por ser sus padres originarios de esta localidad. Sor Margalida goza de buena salud, apenas se ayuda con un bastón, y tiene una memoria excelente. Recuerda que antes de entrar monja no pensaba casarse, ni quería ser monja. Trabajaba en el domicilio de los señores de Can Ximena, cuyo propietario era Gabriel de Can Mola. Allí hacía de todo, incluso iba al campo a vendimiar y a coger higos y almendras. La vocación vino después, cuando a través de unos conocidos comenzó a frecuentar el monasterio palmesano.
A los 33 años entró como novicia el día 2 de febrero de 1936 y profesó pasados cuatro años. Fue la cocinera del monasterio hasta que cumplió los 80 años. Señala Sor Margalida que «no quería pinches. Cuando tenía la comida hecha a veces «invitaba al Bon Jesús», pero no aparecía. No me costaba ceñirme a la regla, ni mucho menos levantarme temprano. Si las monjas me hacían enfadar, lo dejaba atrás. En tiempo de guerra en la cocina íbamos «un poc curt», pero siempre nos mandaban algún que otro presente».
«Los menús -afirma Sor Margalida- los hacía según me indicaba la madre procuradora. Nunca hice lo que yo quería, y a veces tenía que hacer otros platos de dieta para las enfermas. Mis especialidades son el arroz con conejo, sopas, pan cuit y cuando teníamos la vaca los domingos hacíamos sopas de leche». Ahora, Sor Margalida suele estar en el coro mucho tiempo haciendo oración para recuperar el tiempo en que no pudo hacerla y también para quienes no la hacen. Para ella llegar a los cien años es una señal de que «me parece que Jesús me quiere. El domingo a las once tendremos misa de cumpleaños».
Amalia Estabén