El obispo que desarrolló treinta y un años de pontificado en Mallorca, el más largo en la historia de la Isla, fue ayer homenajeado por los miembros del Colegio de Consultores: Andreu Genovart, vicario general; Bartomeu Tauler, vicario episcopal de Palma; Jaume Alemany, vicario episcopal de la Part Forana; Joan Servera, vicario episcopal de asuntos económicos; Antoni Pérez, vicario judicial; Joan Bestard, presidente del Cabildo Catedral; Lluch Riera, arcipreste de Palma, y Joan Oliver, arciprestre de Miramar-Vall de Sóller.
«Hemos perdido a un padre porque su figura ya no era la de un hermano. Su presencia, su autoridad y conocimiento era ya el de un padre», afirmaron los nuevos responsables de la Diócesis. Nada más conocer la muerte de Teodor Úbeda se dio conocimiento de la misma a la Nunciatura en Madrid, al presidente de la Conferencia Episcopal y al arzobispo metropolitano de Valencia. Los miembros del Colegio destacaron la «magnífica» atención recibida en la clínica Rotger de Palma y quisieron agradecer las muestras de afecto recibidas por tantas personas, hecho que llegó a colapsar la centralita de la clínica.
Asimismo, recordaron la gran actividad que don Teodor llevó a cabo a lo largo de su pontificado, especialmente en los dos últimos años, y también durante las intensas celebraciones de la Semana Santa: «No se ha saltado ni un acto y en ningún momento manifestó dolor alguno», apuntó el vicario general, Andreu Genovart. También recordaron la última homilía que predicó, el pasado 24 de abril, ante los canónigos de España, así como sus visitas apostólicas. Hubo también una referencia a su gran capacidad para comunicar y las magníficas relaciones que mantenía con los medios informativos. También destacaron su extraordinaria sensibilidad social, el impulso que dio a las misiones en Àfrica y América, y la gran particicipación que brindó a los fieles a través del Sínodo Diocesano.