Sencillez a pesar de la herencia familiar de años y años de teatros y escenarios. Juventud y toda una carrera por delante se unen a inquietudes de cara al futuro, ganas de trabajar sin descanso para lograr ser libre. Blanca Marsillach, hija de Adolfo Marsillach, está en el Auditòrium hasta el domingo con la obra «Una noche de primavera sin sueño», donde interpreta a Alejandra.
"¿Cómo es Alejandra?
"Es una chica joven con mucha energía que está aburrida del marido y que siempre está inventando historias. Todo cambia cuando un día aparece un personaje parecido a San Valentín. Alejandra es el eje central de la obra. Es un personaje muy vital, un bombón.
"¿Le permite jugar con diferentes registros interpretativos?
"Sí. Estaba en Estados Unidos cuando me ofrecieron o trabajar en esta obra o con el director de la Comedia Francesa. Lo consulté con mi padre y me dijo que caería en una red segura, que era un desafío y que a mi edad él se hubiera arriesgado.
"¿Qué opina de Jardiel Poncela, el autor de la pieza?
"Era un hombre muy avanzado a su época, conocía muy bien a las mujeres y creo que incluso las temía. Su relación con el sexo femenino no era buena pero, aún así, las trataba con cariño.
"Usted ha grabado en Italia, Estados Unidos y España. ¿Qué diferencias existen entre los tres países a nivel de realización?
"El trabajo siempre es trabajo. Si hay comunicación la hay, sea donde sea. Lo importante es que la gente hable el mismo idioma artístico, que haya química.
"¿Por qué decidió convertirse en actriz?
"Siempre quise ser actriz, incluso desde muy pequeña. El haberme criado en una familia en la que sólo se respiraba arte me ha influido. Sin embargo, mi hermana, que lo fue durante una época, lo ha dejado porque no le interesaba. A mí me apasiona y ahora estoy empezando. Tengo proyectos bastante ambiciosos, quiero marcar una línea de teatro muy concreta, pasar de clásicos a comedias y de textos contemporáneos a experimentales. Ahora empiezo con un Mihura con mi propia compañía, tengo un texto clásico preparado y una película sobre la inquisición llamada «Los demonios» en la que también estaré como productora ejecutiva.
"¿Qué le dijo su padre cuando le comentó que quería ser actriz?
"Que estaba loca, que no lo hiciera. Me dijo que era mejor que me dedicara a otra cosa, que estudiara, que se trataba de una carrera poco grata, que sólo la gente que tenía suerte llegaba. Intentó no animarme.
"No sirvió de mucho.
"Le hice poco caso, yo era muy rebelde, como mi padre. Él tuvo una relación difícil con mi abuelo, no le animaron mucho.
"A pesar de los problemas, a su padre le fue muy bien.
"Le fue bien porque se trataba de un hombre que lo hacía todo.
"Va por el mismo camino.
"Humildemente, intento tener cierta libertad artística porque, si no, me muero. Mi padre y yo somos totalmente distintos. Tengo un sentido muy claro de la libertad, me he criado en ella, sé cuáles son mis criterios artísticos y lucho por ellos. Haré lo que pueda, pero lo voy a intentar, no puedo no dejar de intentarlo.
"¿Le gustaría llegar tan lejos como su padre?
"Me gustaría poder seguir siendo libre. No miro los éxitos por cómo la gente reacciona sino por cómo me siento por dentro. Lo que busco es sentir que puedo hacer algo y que no dependo de los demás, me hace notar que he logrado la dignidad.
"¿Le ha pesado el apellido Marsillach?
"Sí. Es un apellido que todavía pesa. Además, tengo cierta responsabilidad porque soy la única que continuará la saga. Quiero poder contribuir con mi talento y espero que éste no me falle. El listón está muy alto y pesa porque tengo una referencia importante.
"¿Le ha ayudado?
"La herencia más importante que me ha dejado mi padre son sus amigos. Cuando papá falleció, cogí el teléfono para hablar con una persona y me demostró que existía gente con coherencia, sus amigos, que continúan siéndolo. El haber crecido rodeada de gente interesante me ha alimentado.