"Camilo José Cela Conde ha reescrito su «Cela, mi
padre», Umbral acaba de publicar «Un cadáver exquisito», ¿está
usted preparando su Cela particular?
"¡Dios me libre de semejante cosa! Cada uno que haga lo que quiera,
pero yo no vendo nuestra vida en común ni por todo el oro del
mundo. Eso para mí es sagrado y ahí está, únicamente para nosotros
y para mi recuerdo. Que sean otros los que se vendan. Mi padre me
enseñó a tener un mínimo de dignidad y de vergüenza. Y no me quiero
apartar de ese camino.
"¿Cambió, acaso, en la obra? ¿Cómo analiza su
trayectoria?
"Mi marido nunca escribió una novela igual a otra. Siempre le gustó
investigar, innovar. Nunca estaba conforme con lo que hacía,
siempre quería ir un poco más allá. De ahí que su obra fuera
evolucionando. Camilo José quiso revolucionar la manera de novelar,
y lo consiguió, naturalmente. De ahí viene su genio, su talento y
su inconformidad con todo lo preestablecido. Mi marido detestaba el
planteamiento, nudo y desenlace, eso le daba una risa que lo
mataba. Él era mucho más que eso.
"Escribe Umbral: «Pero casi todas las mujeres acaban
así. Cuando un macho las aburre acuden a otro macho o se
autorrecompensan con el lujo personal».
"Me choca que, en un caso como éste, no salgan los movimientos
feministas a decir algo. Es una ofensa a la mujer en toda regla.
¿Me lo puede leer otra vez?
"¿Necesitaban un millón diario para vivir, como dice
este señor?
"Mire, perdería mucho tiempo si me dedicase a desmentir todas las
estupideces que se dicen. Que escriban los necios, para un público
necio que devora necedades. Es más, mi marido hubiera podido vender
sus libros, los originales, sus cuadros "bueno, los que pudo
rescatar" y todo aquello que atesoró en los últimos años de su
vida, hubiera podido venderlo muy bien a cualquier institución, a
cualquier organismo político o a cualquier universidad, pues tuvo
propuestas muy interesantes, de cantidades importantes de dinero,
sobre todo de universidades americanas, pero él lo regaló. Donó sus
cuadros, sus libros a eso que se llama cultura, e hizo su Fundación
para ponerla a disposición de la cultura. Invirtió mucho tiempo y
dinero para nada de lo que él pudo conservar en estos últimos años
se desperdigase por ahí y apareciera en subastas. Ahora, todo lo
suyo está en la Fundación y de ahí no hay quien mueva nada. Ni él
mismo podía mover nada, según estatutos, porque estaría robando. De
ahí no se puede mover absolutamente nada.
"¿Qué quería él para la Fundación Camilo José Cela y
para ese legado que le ha dejado?
"Cuidado, hay un matiz importantísimo: es el legado que ha dejado a
su Fundación. Respecto a ella, hace ya muchos años, él me decía:
«tú serás mi sucesora, tendrás que continuar mi labor y tendrás que
defenderla y potenciarla, y tendrás que ser la guardiana de todo mi
legado». Ahora nos sentimos muy satisfechos de cuanto organizamos y
de la respuesta que estamos teniendo. Tenemos, cada año, una media
de 35.000 visitantes, que es mucho. Viene gente de todas partes.
Esto quiere decir que se conoce en el mundo la existencia de la
Fundación Camilo José Cela.
"Los comentarios después de la muerte de Cela marcaron
el nivel del país. Se habló más de asuntos personales, herencias y
frivolidades que del escritor o de su obra.
"Fue algo vergonzoso e indigno. No hace falta decirlo: mi marido no
es ése que pintan. Un poco de respeto, por favor. Pero así estamos
hoy día en la prensa de España. Se le da basura al público y el
público engulle basura con total delectación. No hemos sabido hacer
de los medios de comunicación un vehículo para culturizar el país.
Y, además, va a ser difícil cambiarlo.
Cristina Ros/Fotos: Teresa Ayuga