«Convendría recobrar un poco aquel espíritu de diálogo y de consenso que hizo posible la aprobación del Estatut en el año 1983». Son palabras pronunciadas por el president del Govern, Francesc Antich, durante el acto oficial de entrega de las Medalles d'Or de la Comunitat y de los premios Ramon Llull con motivo del Dia de les Illes Balears. El president centró buena parte de su discurso en la reivindicación del consenso, en un doble mensaje dirigido tanto al PP como a la constante oposición demostrada por determinados sectores ciudadanos de las Islas, como es el caso de los empresarios hoteleros, aunque no los citó. Para el president del Govern, las instituciones y los colectivos ciudadanos no sólo tienen el deber, sino la obligación de configurar «espacios de entendimiento sobre las cuestiones capitales de nuestro país». Según Francesc Antich, esta obligación debe situarse «por encima de las naturales contingencias del día a día».
Al hilo de esta reflexión, el president recalcó que «el objetivo de las instituciones y de los políticos es el bienestar de los ciudadanos, por lo que el camino más corto para lograrlo es el del consenso, la colaboración y el diálogo entre todos los estamentos sociales». «Si las eventuales divergencias se transforman en situaciones de confrontación sistemática haremos un mal servicio al país», abundó el president. Antich recordó que así lo hicieron quienes participaron en el proceso estatutario. «Todo el mundo aportó y, al mismo tiempo, cedió», recalcó. Como conclusión de este argumento, el president destacó que, sin el diálogo de ayer, hoy no tendríamos Estatut. «Sin el diálogo de hoy no tendremos la capacidad de hacer el país fuerte que todos queremos».
Antich aseguró en su discurso que los padres del Estatut optaron por un camino «largo y estrecho», pero que ha permitido que la autonomía camine durante los últimos 19 años e incluso haya asumido competencias tan importantes como la Sanidad o la Educación. También destacó que, durante estos años, el papel de los Consells se ha fortalecido y han logrado incrementar su papel institucional y su nivel de competencias. A la hora de vertebrar la Comunitat, Antich no quiso dejar a un lado los municipios y, de forma especial, la labor silenciosa de alcaldes y concejales que no se dejan «deslumbrar por un cargo que es, sobre todo, un trabajo inacabable al servicio de la sociedad».
El segundo eje central del discurso de Antich fue el elogio a la diversidad, del que el Gobierno central debería «tomar buena nota». El president recalcó que el centralismo siempre ha sido un «fracaso histórico». «Las nuevas formas políticas de uniformidad que padecemos ahora están condenadas al mismo fracaso», recalcó. Insistió en que la diversidad es uno de los valores esenciales de este nuevo siglo y destacó que en Balears se vive esta diversidad «intensamente, tanto en la sociedad como en el Govern y en la propia arquitectura institucional. Si algo cuestionó el president es la defensa del crecimiento urbanístico y económico per se.
En la línea de lo que defiende el Pacte de Progrés, Antich afirmó que ha llegado la hora de apostar por el crecimiento cuantitativo y dejar a un lado el crecimiento cualitativo. «Queremos un crecimiento que respete el patrimonio histórico y natural, la fisonomía de nuestro paisaje, el bienestar de las personas, nuestra manera de ser y de vivir», apuntó. Antich se preguntó de qué sirve que Balears encabece todas las estadísticas de crecimiento «si acabamos convirtiendo las Illes Balears en un territorio inhabitable». «¿Mejoramos el bienestar de nuestra gente si llenamos nuestros campos, nuestras costas y montañas de cemento?», se preguntó Antich.
El president cerró su discurso con una visión optimista al asegurar que la sociedad de las Islas tiene las bases y la confianza necesaria para seguir siendo un pueblo pionero. Antich destacó que, precisamente son las personas el principal valor de Balears, «personas que conviven en un ámbito de igualdad de oportunidades sin ningún tipo de exclusiones por razón de su lugar de procedencia, su capacidad económica, su juventud o su belleza».