A pesar de haber tenido una vida marcada por el odio de los intolerantes y fanáticos religiosos, el padre claretiano Bernardo Blanco posee en su mirada esa bondad intrínseca de quien dedica su existencia a los demás. De visita en las Islas para exponer a los fieles de Manos Unidas su experiencia en las misiones, este zamorano de la localidad de Cedea de Aliste tiene en su verbo despacioso a la vez que detallista la capacidad de endulzar sus más terribles vivencias. Expulsado por el gobierno de Macias Nguema de Guinea Ecuatorial en 1976, después de más de 22 años, fue enviado a Filipinas por las misiones claretianas en 1977. Allí sufriría la experiencia más traumática a la que se tiene que enfrentar un religioso en vida: El secuestro. El grupo fundamentalista musulmán Abu Sayaf, que cuenta con el apoyo financiero de Osama bin Laden, lo secuestró en marzo de 1993, en un rapto que duró 49 días y del que logró escapar por sus propios medios.
"¿Cómo fue su experiencia en Guinea y por qué razón fue
expulsado?
"Llegué a Malabo a los dos meses de haberme ordenado sacerdote.
Apenas sabía moverme por el mundo y me encontraba en Àfrica. En
Guinea desarrollé mi labor a partir de 1954 y viví el proceso de la
independencia. Fue cuando pretendían que nos marcharamos todos. Nos
expulsaron a 52 compañeros y a 200 religiosas de la orden de la
Inmaculada. Sabía que cualquier día vendría el comisario para
decirme que me fuera, pero tenía amistad con él y no lo hizo. Mandó
a un tercero. Esta persona me dijo que la razón por la que me
echaban era porque bautizaba a sus hijos con nombres colonialistas,
cuando eran ellos los que preferían los nombres cristianos a los
africanos. Además en aquella época se hacían muchos matrimonios de
conveniencia entre guineanas y nigerianos para poder salir del
país, algo que era verdad. Y también me llegaron a decir que tenía
que irme porque yo era la causa de todos los males de Guinea.
"¿Qué recuerdo guarda de aquella
experiencia?
"Sigo amando a Guinea. No tengo nada en contra de los que me
expulsaron. Y aún guardo un recuerdo muy bonito de quienes
estuvieron junto a mí. Porque en Malabo yo también era profesor de
Filosofía y recuerdo que los estudiantes me brindaron una gran
despedida en el aeropuerto.
"¿Cuál es la situación que más le ha
conmocionado?
"Sin duda, el secuestro que sufrí en Filipinas. Sin embargo, tengo
que decir que no odio a los que me secuestraron porque no soy capaz
de sentir odio por nadie, y tampoco por ninguno de los que me
secuestraron.
"¿Cómo fue el secuestro?
"Vivía la isla de Basilán, en Mindanao, donde se encuentran la
mayoría de los fundamentalistas. Me encontraba sólo entre
cristianos, ya que no conocía bien los dialectos. En los primeros
años desarrollamos nuestro trabajo bien, de forma tranquila, pero a
principios de los noventa comenzaron a llegar musulmanes de Irán,
Pakistán y Libia. Decían que eran misioneros musulmanes, pero en
realidad eran fundamentalistas armados. Entonces me secuestraron
durante 49 días. Lo hicieron porque pensaban que tenía mucho
dinero, ya que había construido recientemente un gran edificio para
la misión. Recuerdo que llegué a pelear contra ellos porque
prefería morir a que cobraran mi rescate. Tras perder más de 13
kilos por comer sólo agua y arroz, un día me escapé. Durante cinco
horas anduve por la selva en un recorrido en mi interior en el que
encontré a Dios. Poco después llegué a un pueblo cristiano en el
que me ayudaron a escapar.