Los grupos políticos representados en el Parlament balear "es decir, todos" han dado esta semana un lamentable espectáculo a toda la ciudadanía por su incapacidad para llegar a acuerdos consensuados. Después de muchos meses de negociaciones para consensuar una lista de juristas de reconocido prestigio para la renovación del Consell Consultiu, ha sido necesario acudir al sorteo entre los que ya formaban parte del consejo para elegir a tres juristas. Ha sido la única salida ante la imposibilidad de presentar tres nombres que obtuviesen la aprobación del Parlament por mayoría cualificada. El PP no quería dar sus votos al profesor Oliver Araujo "por un dictamen que no satisfizo en absoluto a los populares" pese a la insistencia de los partidos del Pacte, que pretendía incluirlo en la lista parlamentaria y no en la lista de cuatro juristas nombrados directamente por el Govern.
Dado el empecinamiento de los grupos, no ha habido, pues, más remedio que recurrir al azar. Bonito, democrático y ejemplarizante sistema para elegir a juristas de reconocido prestigio. ¿Acaso la relación de profesionales competentes se agotaba en Oliver Araujo? ¿No hay en Balears otros ilustres abogados cuya valía pueda ser reconocida por todas las fuerzas parlamentarias? De todos modos, no sabemos si es peor lo que ha ocurrido o lo que sucede habitualmente. Realmente, nunca hay consenso real en torno a unos nombres. Lo que se ha venido haciendo "aquí y en todos los sitios" es un vergonzoso intercambio de cromos: un partido vota los candidatos propuestos por otro partido a cambio de que, en reciprocidad, sean votados sus propios candidatos. Se consigue sacar así una lista aparentemente unitaria aunque, en realidad, los candidatos siempre llevarán la etiqueta de los partidos que los han apadrinado.