Habría que recomendar a algunos políticos que antes de abrir la boca salieran a la calle y observaran. Porque nos parece muy bien que MAM esté a favor de una Mallorca de ricos "creo que alguna vez ha dicho algo así como no queremos una isla de pobres", o que Matas soltara aquello otro de «no me iré hasta que en esta Comunitat no haya pobres». Porque, la verdad, es que uno y otro, se han lucido. Todo, creo, por no salir y palpar la realidad de esta pobreza que nos rodea, en algunos casos ya miseria, y en estos concretos miseria y abandono.
Si hace unos días les mostramos cómo vivía aquel buen hombre en plena calle cerca de la gasolinera del Rafal, mojándose hasta los huesos cuando llovía, hoy les traemos estos otros dos casos de indigencia. Uno "el hombre que está tumbado sobre el replano del pasadizo en forma de escalera", anónimo, pues no sabemos quién es. Lo encontramos ayer por la mañana así, durmiendo. Otro con nombres y apellidos, Rafael Sanbruno, nacido en Cádiz hace 28 años. Vive de la misericordia, deambulando por ahí durante el día y pernoctando en una terracita, sin techo, a la vera de la vía del tren, hasta donde se acercó un joven dejándole unos pasteles que habían sobrado en una fiesta en la que había estado.
Rafael dice que le bastaría un techito, que ha ido a la Caridad, pero no le han podido ayudar. Que antes hacía recados y le daban algo, pero ahora nadie le llama. Va tirando con las mil o mil quinientas pelillas que se saca los días que más, pidiendo. Y cuando está enfermo, tira de sus huesos hasta el hospital provincial, del que sale a poco de entrar. No quiere regresar a Cádiz, pues allí no mejorarían las cosas, pero es evidente que en la calle, con las estrellas y las nubes como techo, poco puede progresar. Ahí donde está, nadie le ha molestado, ni siquiera los guardias cuando pasan por su lado de tarde en tarde. ¿Cómo es posible que en una isla para ricos, gobernada por políticos que no abandonarán mientras que en ella siga habiendo pobres, siga habiendo casos como el de Sanbruno y este otro, anómino?
Paradójicamente, cada vez se destina más dinero a acción social, pero no es menos cierto que cada vez la administración de esta acción social, entre personal, locales, pólizas y sellos, gasta más, con lo cual queda menos para ellos. Lo dicho. Que los políticos salgan más menudo a la calle con la intención de palpar la realidad. Quién sabe, incluso a lo mejor hasta encuentran soluciones.