Maria Antònia Munar presidió ayer la Diada de Mallorca más triste de las celebradas hasta la fecha en la que tan sólo se mantuvo en agenda la misa en la Catedral y la ofrenda de flores al Rey Jaume II en solidaridad con las víctimas del atentado terrorista. Poco antes de iniciarse el oficio religioso, que estuvo presidido por el obispo de Mallorca, la presidenta del Consell anunció que la ceremonia serviría de homenaje a las miles de víctimas de la cadena de atentados terroristas contra Estados Unidos.
Miles de fieles que abarrotaban la Seu se unieron ayer a los principales líderes políticos de las Islas. El president del Govern, Francesc Antich, y buena parte de los consellers asistieron al oficio religioso, así como la totalidad del gobierno de Mallorca, a excepción de Antoni Alorda. También asistieron prácticamente todos los consellers del PP ya la única ausencia destacada fue la de los dirigentes de EU-EV. También estuvieron el president del Parlament, la delegada del Gobierno, numerosos alcaldes de los municipios de la Isla y las principales autoridades militares.
Si alguna presencia destacó especialmente fue la del agente consular de Estados Unidos en Mallorca, Tummy Bestard, a quien la presidenta del Consell ofreció un puesto de honor en el banco de las autoridades. Numeroso público y autoridades se acercó hasta él para expresarle sus condolencias y su solidaridad en estos momentos. La homilía del obispo se centró íntegramente en la reflexión sobre las consecuencias de los atentados de Estados Unidos. Teodoro Ubeda pidió a los miles de fieles que acudieron a la Catedral que arranquen «de nuestro pueblo cualquier concesión a la violencia, sea grande o pequeña».
El obispo de Mallorca alertó del riesgo que se presenta en estos momentos ante la posibilidad de que se entre en una espiral de violencia. Para combatir esta tentación, Teodoro Ubeda pidió que se castigue a los ejecutores y a los inspiradores de los atentados, pero también emplazó a los responsables a que tengan presentes «las exigencias del humanismo y la sensatez, que evite nuevas catástrofes».