Descubrir Palma es algo más complicado de lo que en un principio pueda parecer. Lejos de los circuitos turísticos, de los lugares repetidos hasta la saciedad en las guías, existen, como en cualquier otra ciudad, infinidad de espacios que no se incluyen en las visitas organizadas y que en muchas ocasiones incluso resultan desconocidos para los residentes.
Armados de paciencia y, a ser posible, de un buen plano de Ciutat, nuestros visitantes se empeñan en localizar ese monumento, esa calle o plaza, esa pequeña iglesia o ese restaurante que precisamente por su 'secretismo' ha incrementado su valor.
Y cuando ni la guía de la ciudad ni los paneles informativos dan el resultado deseado, siempre les queda la posibilidad de abordar al primer transeúnte con cara autóctona, o al policía de turno, e intentar hacerse entender aunque sea lo justo. Todo menos volver a casa de vacío, con la sensación de que se te ha quedado un asunto pendiente.